![]() |
![]() |
![]() |
![]() ![]() |
||||
|
Nefropatía diabética Dres.
Carlos Battilana Guanilo(*) La nefropatía diabética es la etiología
más común de insuficiencia renal crónica termina¡
en la mayoría de países del mundo es una de las complicaciones
en aumento y más temidas de esta enfermedad, no solamente por el
riesgo que representa para la vida del paciente si no por el alto costo
que su tratamiento implica. La razón de este incremento es el éxito
logrado por el mejor manejo médico-quirúrgico de las comorbifidades
cardiovasculares en prolongar la sobrevida de estos pacientes, permitiendo
el desarrollo de complicaciones a mas largo plazo. El mejor entendimiento
de los factores genéticos y la influencia del medio ambiente así
como el control temprano de otros factores de riesgo, hipergilcemia, sobrepeso,
cigarrillo, hipertensión, proteinuria y disfipidemia, permiten albergar
la esperanza de una disminución significativa en la incidencia, prevalencia
y velocidad de progreso de la nefropatía a sus fases terminales.
Estudios recientes demuestran claramente que el tratamiento precoz y agresivo
de las cifras de glícemia, microalbuminuria e hipertensión arteria¡
contribuyen de manera significativa a disminuir la posibilidades de esta
complicación. La drogas de elección en el tratamiento de la
microalbuminuria e hipertensión arterial son los Inhibidores de la
ECA (IECA) por su efecto nefroprotector probado. Aún existe controversia
sobre la utilidad de los bloqueadores de Canales de Calcio L y si los
bloqueadores AT-1 mostrarán a largo plazo ser tan efectivos como
los IECA. Las modalidades de tratamiento con diálisis peritoneal
o hemodiálisis deberán ser individualizadas. El paciente especialmente
el DM2 debe ser cuidadosamente seleccionado por sus complicaciones cardiovasculares,
si se decide un transplante renal, como modalidad terapéutica. Introducción La nefropatía diabética ha alcanzado
cifras alarmantes en los últimos años, considerándose un
problema de magnitud mundial. La explicación es en gran parte debida
a que la introducción de la insulina y, el progreso logrado en el
tratamiento de la hipertensión arterial, enfennedad coronaría
y vascular periférica, les ha prolongado la vida significativamente,
permitiendo el desarrollo de la nefropatía, complicación de
curso más lento y progresivo por lo que se podría considerar
como una consecuencia. La gran mayoría
de estos pacientes corresponden al grupo con DM2 o diabetes del adulto
("). Aunque en el pasado se consideró que el riesgo de desarrollar
nefropatía diabética era menor en la diabetes no insulino dependiente,
DM2, en la actualidad existe suficiente evidencia que permite concluir
que las posibilidades de esta complicación son similares para la
diabetes insulino dependiente DMI y DM2 ('). El costo directo del tratamiento
de la diabetes y sus complicaciones también se ha incrementado signifícativamente,
representando cada vez un porcentaje mayor del presupuesto global del
cuidado de la salud (6).
* Datos de 1997 Datos de 1986 y 1996 Datos de 1986 y 1995 § Datos de 1995 Epidemiologia Se estima que de 100 millones de niños
en Europa, entre 014 años, aproximadamente 10 mil desarrollarán
DM 1. Esta cifra se ha incrementado sostenidamente en las últimos
décadas, llegando en algunas poblaciones a doblar la incidencia de
DMI en cada nueva generación sin causa aparente hasta el momento.
Los diabéticos adultos son más numerosos y se calcula una población
de 100 millones para el año 2000 a nivel mundial (8,9). La prevalencia
varía significativamente de una población a otra. En Italia
por ejemplo, el 85% de los diabéticos son DM2 y el 15 % DMI(10).
Las tasas más altas de DM2, las tienen los indios Pimay la población
de nativos mieronésicos en las Islas Nauru del Pacífico Central(").
Aún dentro de un país, diferentes poblaciones pueden tener variaciones
importantes en la prevalencia de DM2. Similares variaciones han sido reportadas
para el Perú en sendas publicaciones por Zubiate (")y mas recientemente
por Seclén y col.(13). Factores de riesgo Influencia Genética: Además de la influencia de las aberraciones
metabólicas en el diabético, el riesgo de desarrollar nefropatía
está determinado por la carga genética. Se han descrito núcleos
de familias de diabéticos DMI, con una incidencia del 5-10% de nefropatía
mientras que la esperada es de 0.5% en la población general(`). El
riesgo parece ser menor en los hijos de mujeres diabéticas comparado
con el riesgo de los hijos de varones diabéticos y el riesgo de DMI
parece ser mayor conforme la edad de la madre aumenta, encontrándose
en esta población una incidencia de nefropatía superior a la
esperada. La hipertensión arterial, microalbuminuria y eventos cardiovasculares
son mas frecuentes en familiares de pacientes con DM2 (`). La susceptibilidad
a la nefropatía diabética ha sido ligada a locus específicos
en los cromosomas, los genes involucrados no han sido determinados (17,
18). La evidencia indica que el polimorfismo del Gen de la enzima convertidora
de la Angiotensina 11 (ECA), si bien es cierto no influencia la incidencia
de nefropatía, si tiene un efecto sobre la velocidad de progresión
de esta complicación ('9). Otros genes como el alelo GP3825T, es
más frecuente en DM2 con progreso rápido a la nefropatía
(20,21) sin embargo los estudios hechos en poblaciones racialmente diferentes,
o viviendo en distintas zonas con tasas variables de nefropatía en
un mismo país, indicarían una fuerte influencia de los factores
ambientales como determinantes (13) de la incidencia de DM2. La relación entre los niveles de glicemia
y el riesgo de aparición de nefropatía en DM 1 como resultado
del estudio DCCT (22) ha quedado bien establecida , la relación con
la DM2 ha sido controversial (23,24) Recientemente el Estudio Prospectivo
del Reino Unido (UKPDS), demostró claramente, que no importa como
se alcance el control de la glicemia, si con hipoglicemiantes orales o
insulina, existe una clara reducción del riesgo de complicaciones
(25) de la DM2 incluyendo la nefropatía. La evidencia entre la asociación de
elevado consumo de proteínas y el riesgo de nefropatía diabética
es tenue. Sin embargo algunos estudios
sugerirían que existe una relación, habiéndose demostrado
que en pacientes con DMI que mantienen la ingesta más baja de proteínas
(0.8-1.0)g por kilogramo de peso por día los (28,29)
niveles de microalbuminuria son menores. La hipertensión ha sido estrechamente
asociada al desarrollo y rápida evolución de la nefropatía
diabética. Pacientes con predisposición genética a la diabetes,
pero que aún no han desarrollado la enfermedad presentan cifras tensionales
mas elevadas que la población general (30). Aproximadamente el 80%
de pacientes presentan hipertensión o alteraciones en el ritmo circadiano
de la presión arterial (non deepers) al momento del diagnóstico
de la DM2 (3 l). Ambas alteraciones se asocian con la aparición temprana
de mieroalbuminuria y complicaciones cardiovasculares (32,34).
Factores Ambientales: El medio ambiente es determinante en la aparición de la DM2. Una de las maneras más precisas de estudiar este fenómeno es el seguimiento de nativos de poblaciones que comparten una carga genética común, que migran hacia otras áreas con costumbres diferentes y compararlos con los que permanecen en su lugar de origen. Poblaciones asiáticas de Hindúes, Japoneses y Chinos que migran a otros países presentan una incidencia 2 a 6 veces mayor de DM2. Los nativos de la Polinesia que migran a Nueva Caledonia, presentan un incremento del 3 a 12%. en la (35) incidencia de DM2 . Otras poblaciones como los Indios Pima de Norte América al integrarse a la civilización, presentaron un incremento en la incidencia de DM2 del 40% en 10 años (19671977). La tasa de DM2 en esta población es 10 veces mayor que en la población Norteamericana, sin embargo 30 años atrás su incidencia era similar a la población general(36). Estos cambios son un fiel reflejo de la influencia de la diferencia en el estilo de vida inducidos por el medio ambiente sobre la incidencia de DM2. Obesidad: La obesidad sobre todo de localización
abdominal, ha sido asociada con mayor riesgo de DM2. En un estudio grande
en Norte América con mas de cincuenta mil pacientes seguidos por
5 años, se demostró que el riesgo de desarrollar DM2 crecía
exponencialmente cuando el Indice de Masa Corporal (IMC) excedía
de 24. En aquellos sujetos con más de 35 de IMC el riesgo se elevó
40 veces más que.en aquellos con un IMC < 23. El riesgo era aún
mayor para aquellos con IMC anorinal a edad temprana < 21 años
(3'). Resultados similares fueron encontrados en un estudio grande en
Noruega, donde el 23% de aquellos sujetos con IMC > 25 desarrollaron
DM2 en los siguientes 10 años (39).
Aspectos Fisiopatogénicos La historia natural de la DM1 ha sido caracterizada
claramente por Morgensen y col. Después de 10 años de enfermedad,
aproximadamente un tercio de pacientes con DM 1 ha desarrollado microalbuminuria.
La microalbuminuria se define como la excreción urinaria de albúmina
entre (20 y 200 pLg / min) equivalente a (30 - 300 nig / 24h) y su existencia
se considerada como la fase mas temprana de la nefropatía (42-44).
La nefropatía franca se presenta pasados los 10 a 20 años de
enfermedad y se caracteriza por proteinuria clínica y paulatino deterioro
de la fátición. renal. Aunque con más dificultad en el
cálculo del tiempo, se considera que la DM2 se comporta de forma
similar. Diferentes estudios de prevalencia de microalbuminuria en pacientes
con DM2, arrojaron cifras del 13 al 30% en diferentes poblaciones(45-47)
' Estudios con seguimiento longitudinal mínimo de 10 años, en
pacientes con DM 1, DM2 y microalbuminuria mostraron que el 68% desarrollaron
nefropatía clínica franca cada año mientras que < 2
% lo hicieron en el grupo norinoalhumimirico (48,49). El método mas
preciso para determinar la frecuencia de nefropatía diabética
franca es la incidencia acumulativa. Diversos estudios han demostrado
que esta es similar para DMI y DM2. Durante los primeros 5 años de
evolución, muy pocos pacientes desarrollan nefropatía, incrementándose
posteriormente el número, hasta (50,53)
alcanzar 25 - 40% a los 20 afios, llegando
al 45% a los 40 años.
El factor genético, ya ha sido discutido ampliamente, líneas arriba, sin embargo cabe remarcar que si bien es cierto existen familias con mayor propensión a desarrollar nefropatía, la forma de herencia y los genes responsables distan mucho de haber sido determinados. La hipertensión arterial no solamente es un factor importante para el desarrollo de la nefropatía en DMI y 2, si no también influencia la velocidad de progresión de esta a la insuficiencia renal terminal. La presión arterial > 160 / 95 mmHg se asocia a la forma de progresión más rápida (54) . Se ha calculado en el seguimiento de pacientes con nefropatía e hipertensión que cada mmHg de presión por encima de 80 mmHg diastólica, la filtración glomerular disminuye 0.69nil / min / año(55). La microalbuminuria y la proteinuria clínica
(proteinuria clínica se define como aquella capaz de ser detectada
con las cintas reactivas > 300 ing / 24hs) son factores importantes
como predictores tanto de la presencia de nefiropatía como de la
velocidad de progresión de esta (56) . La inicroalbuminuria se asocia
de manera significativa con la hipertensión arterial, pobre control
de la glicemia, aumento de riesgo de complicaciones (7-58)
cardiovasculares y muerte. El sistema renina- angiotensina a través
de su acción sobre la PKC, también ha sido implicado en el progreso
de la nefropatía diabética. Además de sus efectos hemodinámicos
sobre la microcirculación renal induciendo hipertensión glomerular
e hiperfiltración también estimula la síntesis de factores
de crecimiento TGF-P y PDGF promoviendo directamente la síntesis
(64,65) de colágeno y la esclerosis
glomerular (Fig. 3). el tono vascular de la arteriola eferente
del glomérulo mientras que la arteriola aferente sufre los efectos
de la hiperglicernia que estimula a la Proteína Kinasa C (PKC) aumentando
la síntesis de Deacilglicerol (DAG) lo que se traduce en una mayor
síntesis de prostaglandinas y, por lo tanto, vasodilatación
aferente. La combinación de vasodilatación aferente, sin una
concomitante relajación eferente eleva la presión del capilar,
hipertensión capilar glomerular, produciendo lesiones en la membrana
basal que origina la microalbuminuria primero y en proteinuria clínica
después al progresar la severidad de las lesiones. La proteinuria
es un factor independiente asociado con el desarrollo de esclerosis glomerular
a través de la inducción de la síntesis de Endotelina-
1 y factores de crecimiento glomerulares que favorecen el depósito
de (70-72) colágeno en el mesangio. Debido a que la nefropatía se inicia
conjuntamente con la diabetes y aunque no exista evidencia clínica
de nefropatía ni hipertensión arterial, los cambios hemodinámicos
como la hiperfiltración, inducción de factores de crecimiento
tisulares etc. son consecuencia directa de las aberraciones metabólicas,
el tratamiemo de la nefropatía por lo tanto, debe comenzarse lo más
tempranamente posible (73,74) . En la siguientes líneas nos ocuparemos
de la terapia farmacológica y nutricional, para prevenir esta complicación. La primera línea de tratarniento para
la DMI y DM2 consiste en alcanzar el control metabólico. No hay duda
en la actualidad que ambas formas de diabetes se benefician por igual
de la reducción de la glicemia (22,25) . El camino para llegar a
esta conclusión se inicia en 1978 cuando se publicó la primera
experiencia post insulínica en el control de la glicemia en 4400
pacientes con DMI, seguidos entre 1947 y 1973, y se demostró que
existía una correlación entre el control metabólico y el
desarrollo de nefropatía (75). Estudios posteriores en Holanda (76),
Alemania (77) y Suecia (7"corroboraron estos resultados. Sin embargo
otros trabajos obtuvieron resultados controversiales (79-82) . Recién
en la última década grandes estudios longitudinales de seguimiento
han permitido concluir claramente que la hiperglicemia sostenida se asocia
con mayor frecuencia a la aparición de nefropatía(22,25). En
virtud a esta información se iniciaron estudios de intervención
en pacientes con DMI, con el objeto de evaluar el efecto del estricto
control de la glicemia en el desarrollo de nefropatía. El primer
reporte importante se publicó en 1983 y aunque el número de
pacientes era pequeño (n = 74) se observó que después de
dos años la filtración glomerular disminuyó 17% en el grupo
con terapia insulínica convencional, mientras que no hubo cambios
y la tendencia fue a mejorar en el grupo con terapia insulínica agresiva.
Posteriormente varias publicaciones, con períodos de seguimiento
variables entre 2 y 8 años, comparando la terapia insulínica
convencional vs la agresiva, y esta vez dosando microalbuminuria, como
marcador de nefropatía, mostraron resultados similareS(82 , 83) ,
El mejor estudio ha sido el DCCT (22) publicado en 1993 que por su diseño
y metodología permitió finalmente concluir que el control estricto
de la glicemia lograba reducir en 50% la aparición de nefropatía
como prevención primaria y en 50% la progresión de la nefropatía
en prevención secundaria. Un hallazgo con implicancias terapéuticas
importantes se derivó del análisis del subgrupo (n = 73) de
pacientes que ya presentaban microalbuminuria al momento del estudio y
en quienes se evidenció progreso a la proteinuria clínica sin
guardar relación con el control de la glicemia. Esta evidencia permitió
sugerir que el tratamiento de la nefropatía es más efectivo
en las etapas tempranas de la enfermedad, cuando aún no existe mieroalbuminuria,
que cuando la lesión renal ya se ha establecido, por lo que todos
los esfuerzos deben estar encaminados hacia el óptimo control de
la glicemia apenas diagnosticada la enfermedad.
Los
estudios con DM2 aparecen mas tardíamente. En 1994, Lee y en 1995,
Nelson, publicaron sendos estudios de seguimiento a largo plazo en indios
americanos demostrando la relación entre pobre control de la glicemia
y nefropatía (87, 88) Í En Japón, sobre 1065 pacientes
estudiados por Yokoyama y col. se obtuvieron resultados similares, correlacionando
los niveles de glicemia en ayunas y la posibilidad de nefropatía(89).
La relación entre la aparición de microalbuminuria y desarrollo
de nefropatía también ha sido demostrada tanto en gerontes con
DM2 como en la DM2 de inicio reciente (90). Es de particular interés
el trabajo publicado por Ravid y col. en Israel donde sobre unas población
estudiada de 574 pacientes, normotensos, norrnoalbuminúricos, con
inicio reciente de DM2, seguidos por 2 a 9 ahos se observó que 19%
desarrollaron microalbuminuria y 16% albuminuria clínica. El análisis
de regresión evidenció que la relación entre niveles elevados
de hemoglobina glicosilada y nefropatía era exponencial. El análisis
de otras variables como la presión arterial, y el colesterol se asociaron
de manera estrecha no solamente con el inicio de% la nefropatía sino
también con la progresión de esta (9). El efecto benéfico de la terapia farmacológica
en el tratanúento de la nefropatía diabética ha sido bien
documentado. Como consecuencia de los resultados del estudio Modificación
de la Dieta en la Enfermedad Rena1(") se demostró que el control
de la presión arterial en el límite superior normal (de acuerdo
a los parámetros de la OMS), en nefrópatas proteinúricos,
se asoció con un beneficio adicional en la reducción de la velocidad
de deterioro de la filtración glomerular. Por esta razón la
Fundación Nacional del Riñón en USA propuso las cifras
de 125 / 75 nun Hg como objetivo de la terapia y luego el 61 reporte del
JNC para el tratamiento de la hipertensión arterial (94) establece,
para la población de nefrópatas diabéticos <130 / 80.
Esta recomendación se sustenta en parte en los resultados de dos
estudios en DM2, el HOT (Tratamiento óptimo de la Hipertensión)
(") y el de Ruy Lope y col. (`) ambos coinciden en una reducción
en la incidencia de eventos cardiovasculares que puede llegar hasta el
50% si la presión arterial diastólica se mantenía en 80nun
Hg en lugar de 90 mm Hg como era el objetivo tradicional. Como se puede
apreciar ambas recomendaciones son muy coincidentes en el concepto, que
el mayor beneficio del tratamiento de la hipertensión arterial sobre
la nefropatía, se obtiene cuanto mas cerca se llegue a las cifras
normales de presión arterial. En 1995 Morgensen y Col. (97) reportan
que el control agresivo de la presión arterial, redujo la microalbuminuria
y aminoró la rapidez del progreso a la proteinuria clínica.
Recientemente el mismo grupo de investigadores Daneses reportan que el
tratamiento de la hipertensión con diuréticos y P-bloqueadores
preservó significativamente la función renal en DM 1 (9). Este
mismo efecto ha sido reportado en pacientes con DM2 y en quienes el control
agresivo de la presión arterial redujo significativamente el riesgo
de nefropatía ('9) * Es importante comentar los resultados de un
nuevo análisis del estudio UKPDS sobre el efecto del control estricto
de la presión arterial y de la glicemia en DM2, en el que se evidencia
claramente, que el riego de nefropatía y complicaciones cardiovasculares
disminuyó significativarnente al reducir la cifras tensionales. El
control de la presión arteria¡ dio resultados benéficos,
aún mas tempranos que el control de la glicemia(100) , Debe tenerse
en cuenta que la aparición de mieroalbuminuna, asociada a hipertensión
arterial, incrementa el riesgo de nefropatía o complicaciones cardiovasculares
(99) , La proteinuria es un factor tóxico tubular que desencadena
los procesos fibróticos, tanto en el glomérulo
como en el intersticio renal (67). Por esta razón los pacientes con
hipertensión arterial deben ser rutinariamente monitorizados para
detectar la aparición o cambios en las cifras de microalbuminuria(100-102
~ En el estudio HOT (9') se demostró, que el efecto beneficioso de
la reducción de la presión arterial era mayor cuando el nivel
al cual la presión arterial diastólica fue reducida era de 80
minfig en comparación con un objetivo de 90 mmHg. También se
observó que en adultos mayores la reducción de la presión
arterial diastólica a cifras por debajo de 85 mmHg no es factor de
riesgo cardiovascular como se había sugerido. La elección del
fármaco o asociación de ellos para tratar la presión artenal
es muy importante. Basados en los hallazgos de Lewis y col. ('03) en 1993
quien utilizando Captopril 25 ing / 3 veces / día, logró reducir
en 50% el riesgo de progresión de la nefropatía y estudios subsecuentes
demostrando que el uso de inhibidores ECA, reducen significativamente
el riesgo de nefropatía, comparado con P-bloqueadores y diuréticos,
a niveles similares de control de la presión arterial, lo que motivó
que el 6' reporte del JNC para el tratamiento de la hipertensión
arterial recomiende a los inhibidores ECA como las drogas de elección
en el manejo de esta complicación
en pacientes con DMI,DM2 (94). Queda aún por ser dilucidado el rol
de los bloqueadores de AT- 1, quienes en principio según estudios
preliminares y a corto plazo de seguimiento tendrían el mismo efecto
que los inhibidores ECA, sobre la hipertensión y la proteinuria,
los estudios a largo plazo aún no han
sido concluidos (104). Una posible explicación de porqué
los BCC presentan efectos tan disímiles sobre la flinción renal
y el progreso de la nefropatía, sería el hallazgo que los BCCDHP
anulan la autoregulación glomerular y por lo tanto la fuerza de la
presión arterial sistémica se trasmite directamente al glomérulo
lo que en presencia de hipertensión se refleja en hipertensión
glomerular. En cambio los BCCNI)HP están desprovistos de este efecto
y por lo tanto los cambios en la presión arterial sistémica
no se reflejan en la presión capilar glomerular la que se mantiene
normal (111). Corroboran estos hallazgos dos líneas de evidencias:
la primera es, que cuando se utiliza BCCI)HP la presión arterial
sistólica debe reducirse a 110 mm Hg o menos para obtener un efecto
protector renal tanto en la proteinuria como en la tasa de filtración
glomerular ('0'). La segunda consiste en un estudio reciente comparando
el efecto de Lisinopril y Nifedipino en pacientes con DMI, normotensos
con mieroalbuminuria seguidos por 3 años, donde ambos mostraron un
efecto protector similar, evitando el paso de la microalbuminuria a la
proteinuria clínica (112). otros resultados sin embargo comparando
el efecto protector de los inhibidores ECA con BCCDHP son contradictorios.
Uno de estos es el estudio de Velucci y col. enpacientes con DM2 comparando
el efecto de Cilazapril un Inhibidor ECA y Anilodipino BCCI)HP de acción
prolongada en el control de la presión arterial, proteinuria y función
renal a 3 años de seguimiento con resultados similares para ambas
drogas (113) . El otro es el de Rossing Y Col. (114) quienes evaluaron
el efecto protector de Lisinopril y Nisoldipino en pacientes con DM1,
encontrando que Lisinopril disminuyó significativamente mas la proteinuria
que Nisoldipino. Las diferencias podrían deberse a la variación
en los niveles de control de la presión arterial entre pacientes
punto crucial cuando se usan BCCDHP y su efecto sobre la autoregulación
glomerular y la presión capilar glomerular (105,109,114). Manejo Nutricional Recientemente Barsotti, G y Col.(116) publicaron
un trabajo en pacientes con DMI y DM2, en el cuál se comparó
la velocidad de deterioro de la función renal en 2 grupos de pacientes
con diferentes grados de insuficiencia renal sometidos a un período
sin restricción proteica de 2 años y luego a otro con restricción
proteica por 4 años. La depuración de creatinina del 1 er grupo
osciló entre 19 y 6 mI / min. Este grupo recibió 0.3 g / proteínas
/ Kg de peso / día y fósforo 6 nig / Kg / día suplementada
con amino ácidos esenciales y ketoanálogos. La depuración
de creatinina del segundo grupo osciló entre 60 y 22 nil / min. La
dieta contenía 0.7 g / proteínas / Kg peso / día suplementada
con aminoácidos esenciales y un contenido de fósforo de 10 trig
/ Kg / peso / día. El análisis demostró que la velocidad
de deterioro de la función renal en ambos grupos fue 4 veces mayor
durante el período de libre ingesta que durante el de restricción
proteica (0.9 m1 / min vs 0.22 mI /min respectivamente). En resumen la
restricción proteica significó un beneficio adicional en la
disminución de la velocidad de progresión de la insuficiencia
renal en el paciente con nefropatía diabética.
Bibliografía 1. Ritz, E; Stefausid, A. Diabetic nephropathy in type 11 diabetes. Am. J Kidney Dis 1996; 27:167-94. 2. Hasslacher, C; Ritz, E; Wabl, P; Michael, C. Similar risks ofnephropathy inpatients with type 1 or type H diabetes mellitus. Nephrol Dial Transplant 1989; 4: 859 - 63. 3. Songer, T. The Economic costs ofNIDDM. Diab Metab Rev 1992;8: 389 - 404. 4. Bain, M; Ross, SA. Socio-economic impact of diabetes mellitus. In: Chiasson, L-P; Hunt, J; Hepworth, HP;, Ross, S; Tan, M; Zinman, B. eds. Status of Diabetes in Canada. Association du Diab6te du Quebec, Canadian Diabetes Association, Juvenile Diabetes Foundation Canada, 1987. 5. American Diabetes Association. Direct and Indirect Costs offliabetes in the USA in 1992. Alexandria, VA: American Diabetes Association, 1993. 6. Trioriphe, A. The Socioeconomic cost ofDiabetes Complications in France. Diabet Med 1991; 8 (Suppl): S30 - S32, 7. Chantrel, F; Enache, I; Boullier, M; y cols. Abysmal prognosis ofpatients with type 2 diabetes entering dialysis. Nephrol Dial Transplant 1999; 14:129-36. 8. Trevisan, R; Vedovato M; Tlengo, A. The epidemiology of diabetes mellitus. Nephrol Dial Transplant 1998; 13: (Supp18):2- 5. 9. Bruno, G; Bargero, G; Vuolo A. y cols. A population based prevalence of known diabetes mellitus in Northern Italy based upon multiple sources of ascertainment. Diabetologia 1992; 35: 851 - 856. 10. Muggeo, G; Verlato, G; Bonora, E. y cols. The Verona diabetes study: a populationbased survey on known diabetes mellitus prevalence and 5-year all cause mortality. Diabetologia 1995; 38: 318 - 325. 11. Zimm PZ. Kelly West Lecture 1991. Challenges in diabetes epidemiology - from West to the rest. Diabetes Care 1992; IS: 232. 12. Zubiate, M. Epidemiologia de la Diabetes Mellitus en cl Peril, Diabetes Mellitus en el Perii 1996; 3:22 -40. 13. Secl6ii Santistchan, S; Lecy Casella, J; VWena Pacheco, A. y cols. Prevalencia de Diabetes Mellitus, Hipertersi6n Arterial, Hipercolesteroleniia y Obesidad, come, factores de riesgo coronario y cerebrovascular en poblaci6n adults do la Costa, Sierra y Selva del PeriL, Premio Roussel, 1997. 14. Ritz, E; Rychlik, 1; Locatelli, F. y cols. End-Stage Renal Failure in Type 2 Diabetes: A Medical Catastrophe ofWorldwide Dimensions. Am J Kidney Dis 1999; 34 (5): 795 - 808. 15. Registro Latinoaniericano de DiAlisis y Transplante. Publicaffin de la Sociedad Latinoaniencana de Nefrologia e Hipertensi6n. Montevideo 1998. 16.Allen, C; Palta, M; D'Alessig, DJ. y cols. Risk of diabetes in siblings and other relatives of 1DOM subjects. Diabetes 199 1; 40: 831 - 836. 17. Warram, JH; Krolewski, AS; Gottilleb; P. y cols. Differences in risk of insulindependent diabetes in otTspring of diabetic mothers and diabetic fathers. N Engl J Med 1984;311:149-152. 18. Bowden, DW; Sale, M; Howard, TD. y cols. Linkage of genetic markers on human chromosomes 20 and 12 to NIDDM in Caucasian sib pairs with a history of diabetic nephropathy. Diabetes 1997; 46: 882 - 6. 19.Tarnow, L; Gland, C; Parving, H-1-1. Diabetic nephropathy and the insertion /deletion polymorphism of the angiotensin-converting enzyme gene. Nephrol Dial Transplant 1998; 13:1125-30. 20.Jetfers, BW; Estalo, RO; Raynolds,
MV; Schrier, RW. Angiotensin-converting enzyme gene polymorphism in
non-insulin dependent diabetes mellitus and its relationship with diabetic
nephropathy. Kidney Int 1997; 52:473-7. 22. The Diabetes Control and Complications Trial Research Group. The effect of intensive treatment of diabetes on the development and progression of long-term complications in insulin-dependent diabetes mellitus. N Engl J Med 1993; 329: 97786. 23. Hasslacher, C; Wolfrum, M; Stech, G. y cols. Diabetische nephropathie bei typ-IIdiabetes. DIsch Med Wochenschr 1987; 112:1445-1449. 24. NHeroalbuminuria Collaborative Study Group. Micro-albummuna in type 1 diabetic patients. Prevalence and clinical characteristics. Diabetes Care 1992; 14: 495501. 25. UK Prospective Diabetes Study Group. Tight blood pressure control and risk of macrovascular and microvascular complications in type 2 diabetes: UKPDS 38. BM.) 1998; 317:703-13 (Erratum, BW 1999; 318:29.) 26. Blesenbach, G; Janko, 0; Zazgornilc, J. Similar rate ofprogression in the predialysis phase in type I and type II diabetes mellitus. Nephrol Dial Transplant 1994; 9:1097102. 27. Sawleld, PT; Didjurgelt, U; Milldhauser, 1. y cols. Smoking is associated with progression oftliabetic nephropathy. Diabetes Care 1994; 17:126-3 1. 28. Toeller, M; Buyken, A; Heitkamp, G. y cols. Protein intake and urinary albumin excretion rates in the ERUODIAB IDDNI Complications Study. Diabetologia 1997; 40:1219-26. 29. Zeller, K; Whittaker, E; Sullivan, L. y cols. Effect ofrestricting dietary protein on the progression of renal failure in patients with insulin-dependent diabetes mellitus. N Engl J Med 199 1; 3 24:78 - 84. 30. Ritz, E; Stefansky, A. Diabetic Nephropathy in Type 2 Diabetes. Am J Kidney Dis 1996;27:167-194. 31. Keller, CK; Bergis, KH; Fliser, D. y cols. Renal findings in patients with short term type 2 diabetes. J Am See Nephrol 1996; 7: 2627 - 35. 32. Nakano, S; Fukuda, M; Hotta, F; y cols. Reversed circadian blood pressure rhythm is associated with occurrences of both fatal and nonflatal vascular events in NIDDM subjects. Diabetes 1999;47:1501- 6. 33. Mogensen, CE; Keane, WF; Bennett, PH., y cols. Prevention of diabetic renal disease with special reference to microalburninuria. Lancet 1995;346:1080- 4. 34. Cooper; ME. Pathogenesis, prevention, and treatment ofdiabeti c nephropathy. Lancet 1998; 3 5 2: 213 - 9. 35. Kawate, R; Yamakido, M; Nishimoto; y cols. Diabetes mellitus and its vascular complications in Japanese migrants on the island of Hawaii. Diabetes Care 1979; 2:161-166. 36. Bennett, PH; Knowler; WC. Increasing prevalence of diabetes in Pima (American) Indians over a ten-year period: In: Waldhausi, WK., ed. Diabetes 1979: Proceedings of the loth Congress of the International Diabetes Federation. Excepta Medics, Amsterdam: 1979:507-509. 37. Björntorp; P. Abdominal obesity and the metabolic syndrome. Ann Med 1994; 24:465-8. 38. Chan, JM; Stampfer, MJ; Rimim, EB; Willett, WC; Colditz, GA. Obesity, fat distribution and weight gain as risk factors for clinical diabetes in man. Diabetes Care 1994;17:961-9. 39. Westlund, K; Nicolaysen; R. Ten year mortality and morbidity related to serum cholesterol. ScaralJClin Lab Invest 1972; 30(Suppl. 127):1-24. 40. Kriska, AM; LaPorte, RE; Pettitt; DJ. y cols. ne association of physical activity with obesity, fat distribution and glucose tolerance in Pima Indians. Diabetologia 1993; 325:863-870. 41. DeFronzo, RA. The triumvirate: B-cell, muscle, liver. A collusion responsible for NIDDM. Diabetes 199 1; 40:166-180. 42. Deferrari, G; Repetto, M; Calvii, C. y cols. Diabetic nephropathy: from micro-to macroalburninuria. Nephrol Dial Transplant, 1998,13 (Suppl8): 11-15. 43. Mogensen, CE; Christensen; CYL Predicting diabetic nephropathy in insulin dependent diabetes New Engl J Med 1984; 311:89-93. 44. Deferrari, G; Cheli~ V; Robando, C. Treatment of diabetic nephropathy in its early stages. Diabetes Metab Rev 1997; 13:51- 6 1. 45. Gall, MA; Rossing, P; Skott; P. y cols. Prevalence of micro-and macroalbuminuria, arterial hypertension, retinopathy and large vessel disease in European type 2 (noninsulin-dependent) diabetic patients. Diabetologia 199 1; 34:655 - 66 1. 46. Stiegier, H; Standl, E; Schulz, K. y cols. Morbidity, mortality, and albuininuria in type 2 diabetic patients: a three-year prospective study of a random cohort in general practice. DiabeficMedl992;9:646-653. 47. SafflotL S; Cheli, V; Pontremoli, R y cols. Prevalence of microalbuminuria in non insulin-dependent diabetes mellitus in Genoa, Italy. Kidney Int 1993; 43: 762A. 48. Mogensen, CE; Christensen, CIL Predicting diabetic nephropathy in insulin dependent diabetes New Engl J Med 1984; 311: 89-93. 49. Mogensen, CE. Microalburninuria predicts clinical proteinuria and early mortality in matunty-onset diabetes. N Engl I Med 1984; 310: 3 56-360. 50. Hasslacher, C; Ritz, E; Wahl, P; Michael, C. Similar risks ofnephropathy in patients with type I or type 11 diabetes mellitus. Nephrol Dial Transplant 1989; 4: 859-863. 51. Andersen, AR; Christiansen, JS; Andersen, JK. y cots. Diabetic nephropathy in type I (insulin-dependent) diabetes: an epidemiological study. Diabetologia 1983; 25: 496-501. 52. Krolewski, AS; Warram, JH; Chriestlieb, AR. y cols. Busick EJ; Kahn CR. The changing natural history ofnephropathy in type 1 diabetes. AmJMed 1985;78: 785794. 53. Sasald, A; Horiuchi, N; Hasegawa; K_ y cob. Risk factors related to the development ofpersistent alburninuria among diabetic patients observed in a long-term follow-up. J Jap Diabetes Soc 1986; 29: 1017-1023. 54. Nelson, RG; Pettift, Dj; Bafwd, IH[R. y cob. Pre-diabetic blood pressure predicts urinary albumin excretion after the onset of type 2 diabetes mellitus in Pima Indians. Diabetologia 1993; 36:998-1001. 55. Dillon; JJ. The quantative relationship between treated blood pressure and progression ofdiabetie renal disease. Am J Kidney Dis 1993; 22: 798-802. 56. Mogensen, CE; Christensen, CK. Predicting diabetic nephropathy in insulindependent patients. N Engl J Med 1984; 311: 84-93. 57. Savage, S; Nagel, NJ; Estacio; RO. y cols. Clinical factors associated with urinary albumin excretion in type 2 diabetes. Am J Kidney Dis 1995; 25: 83 6 - 844. 58. Mogensen; CE. Microalbuminuria predicts clinical proteinuria and early mortality in maturity-onset diabetes. N Engl J Med 1984; 310: 356-360. 59. Ordonez, JD; Hiatt, RA. Comparison of type 11 and type I diabetics treated for endstage renal disease in a large prepaid health plan population. Nephron 1999; 51:524529. 60. Niwa, T. Bcta2 microglobulin dialysis amyloid and its formation. Role of 3deoxyglucosone and advanced glycation end-products. Nephron 1997;76:373 - 391. 61. Nishino, T; Horii, Y; Shfild, H. y cols. Immunollistochemical detection of advanced glycosylation end-products within the vascular lesions and glomendi in diabetic nephropathy. Hum Pathol 1995; 26: 308 - 313. 62. Sakai, H; Ande K; Suzuki, D. y cols. Localization of glycated proteins in the glomcruli of patientswith diabetic nephropathy. Nephrol Dial Transplant 1996; 11 (Suppl5):66-71. 63. Iwano, M; Kubo, A; Nishino, T. y cols. Quantification of glonicrular TGF-beta mRNA in patients with diabetes mellitus. Kidney Int 1996; 49:1120-1126. 64. Anderson, S. Role oflocal and systemic angiotensin in diabetic renal disease. Kidney Int 1997; 52 (Suppl 63): S 107-S I I O~ 65. Wolf, G; Ziyadeh, FN. The role ofangiotensin 11 in diabetic nephropathy: emphasis on non hemodynamic mechanisms. Am J Kidney Dis 1997; 29:153 -163. 66. Kohan Donald, E. Endothelius in the Normal and Diseased Kidney Am I Kidney Dis 1997;29(l):2-26. 67. Burton, C; Harrh, K. P.G. The Role of Proteinuria in the Progression of Chronic Renal Failure Am JKidneyDis 1996,27(6):765 -775. 68. Christiansen, JS; Gammelgaard, J; Tronier, B. y cols. Kidney function and size in diabetics before and during initial insulin treatment. Kidney Int 1982; 21: 683-688 69. Osterby, R; Gundersen, HJG. Glomerular size and structure in diabetes mellitus. 1. Early abnormalities. Diabetologia 1975; ll: 225 - 229 70. King, GL; Ishil, H; Koya, D. Diabetic vascular dysfunction: a model of excessive activation ofprotem kinase C. Kidney Int 1997; 52 (Suppl 60): S77-S85. 71. Kohno, M; Horlo, T; Yokokawa, K. y cols. Endothelin modulates the mitogenic effect ofPDGF on glornerular mesangial cells. Am J Physiol 266: F894-F900 1994. 72. Wolf, G; Nefison, EG; Goldfarb, S. y cols. The influence ofglucose concentration on angiotensin II-induced hypertrophy of proximal tubular cells in culture. Biochem Biophys Res Common 199 1; 176:902-909. 73. Gibbons, GH; Pratt, RE; Dzau, V1 Vascular smooth muscle cell hypertrophy vs. Hyperplasia: autocrine transforming growth response to angiotensin II. J Clin Invest 1992; 90:456-461. 74. Ketteler, M; Noble, NA; Border, WA. Transforming growth factor -B and angiotensinII: the missing link from glomerular hyperfiltration and glomerulosclerosis? Annu Rev Physiol 1995; 57:279-295. 75. Pirart, J. Diabetes and its degenerative complications: a prospective study of 4400 patients observedbetween 1947and 1973. DiabetesCare 1978;1:168-188,252-263. 76. Krolewsk~ AS; Warram, J11; Christileb, AR. y cols. The changing natural history of nephrology in Type 1 diabetes. Am J Med 1985; 78: 785 -797. 77 Hasslacher, C; Ritz, E; Tepstra, J. y cols. Natural history of nephropathy in type 1 diabetes: relationship to metabolic control and blood pressure. Hypertension 1985; 7: 74-78. 78. Rudberg, S; Ullinam, E; Dahlquist, G. Relationship between early metabolic control and the development ofinicroalburninuria - a longitudinal study in children with type 1 (insulin-dependent) diabetes mellitus. Diabetologia 1993; 36: 1309-1314. 79. Takeuchi, A; Throckmorton, DC; Brogden, AP. y cols. Periodic high extracellular glucose enhances production ofeollagens III and IV by mesangial cells. Am J Physiol 1995;268:F13-FI9. 80. Microalburninuria Collaborative Study Group. Micro-albunlinuria in type I diabetic patients. Prevalence and clinical characteristics. Diabetes Care 1992; 14: 495-501. 81. Coonrod, BA; Lloyd, CE; EU1s, D. y cols. Predictors of microalbuminuria in individuals with IDDM.Pittsburgh Epidemiology of Diabetes Complications Study. Diabetes Care 1993; 16:1376-1383. 82. McCance, DR; Hadden, DR; Atkinson, AB. y cols. The relationship between longterm glycaemic control and diabetic nephropathy. Q J Med 1992; 82: 53- 61. 83. Homan, RR; Dornan, TL; Mayon-White, V. y cols. Prevention of deterioration of renal and sensory-nerve function by more intensive management ofinsulin-dependent diabetic patients. A two-yearrandomized propective study. Lancet 1983; 1: 204-208. 84. The Kroc Collaborative Study Group. Blood glucose control and the evolution of diabetic retinopathy and albuminuria. A preliminary multicenter trial. N Engl i Med 1984; 311:365-372. 85. Feldt-Rasmussen, B; Mathiesen, ER; Deckert, T. Effect of two years of strict metabolic control on progression of incipent nephropathy in insulin-dependent diabetes. Lancet 1986; 2:1300-1304. 86. Dahl-Jorgensen, K; Bjoro, T; Kierulf, P. y cols. Long-term glycemic control and kidney function in insulin-dependent diabetes mellitus. Kidney Int 1992; 41: 920-923. 87. Lee, ET; Lee, VS; Lu, M. y cols. Incidence ofrenal failure in NIDDM. The Oklahoma Indians Diabetes Study. Diabetes 1994;43:572 - 579. 88. Nelson, RG; Knowler, WC; Petitt, DJ. y cols. Incidence and determinants of elevated urinary albumin excretion in Pirna Indians with NDDM. Diabetes Care 1995; 18:182-187. 89. Yokoyama, F1; Okudaira, M; Otan~ T. y cols. Existence of early-onset NIDDM Japanese demostrating severe diabetic complications. Diabetes Care 1997; 20: 844847. 90. TanalcaY; Atsumi, Y; Matsuoka, K. y cols. Role of glycemic control and blood pressure in the development and progressionn of nephropathy in elderly Japanese NIDDM patients. Diabetes Care 1998; 21: 116-120. 91. Ravid, M; Brosh, D; Ravid-Safran, D. y cols. Main risk factors for nephropathy in tyype 11 diabetes mellitus are plasma cholesterol levels mean blood pressure, and hyperglycemia. Arch Intern Med 1998; 158: 998-1004. 92. Savage, S; Johnson Nagel, N; Estacio, RO. y cols. Clinical factors associated with urinary albumin excretion in " 11 diabetes. AM J Kidney Dis 1995; 25: 836 - 844. 93. Peterson, JC; Adler, S; Burkart, JM; y cols. Blood pressure control, proteinuria, and the progression renal disease: the Modification of Diet in Renal Disease Study. Arm Intern Med 1995; 123: 754-62. 94. The Sixth Report of the Joint National Committee on Prevention, Detection, Evaluation and Treatment of High Blood Pressure. Arch Intem Med 1997; 157: 2413-2446 95. Hansson, L; Zanchetti, A; Carruthers, SG; y cols. Effects of intensive bloodpressure lowering and low-dose aspirin in patients with hypertension: principal results of the Hypertension Optimal Treatment (HOT) randomised trial. Lancet 1998; 351:1755 -62. 96. Ruilope, LM, Garcia-Robles, R. How far should blood pressure be reduced in diabetic hypertensive patients? J Hypertens SuppI 1997; 15: S63-S65. 97. Mogensen, CE; Keane, WF; Bennett, PH; y cols. Prevention of diabetic renal disease with special reference to mircroalbutninuria. Lancet 1995; 346:1080 - 4. 98. Mogensen, CE. Microalburninuria, blood pressure and diabetic renal disease: origin and development ofideas. Diabetologia 1999; 47:1501-6. 99. Kawazu, S; Tomono, S; Shimizu, M; y cols. The relationship between early diabetic nephropathy and control of plasma glucose in non-insulin-dependent diabetes mellitu s: the effect ofglycemic control on the development and progression of diabetic nephropathy in an 8-year-follow-up study. J Diabetes Complications 1994; 8:13-7. 100. UK Prospective Diabetes Study (UKPDS) Group. Intensive blood-glucose control with sulphonylureas or insulin compared with conventional treatment and risk of complications in patients with type 2 diabetes (UKPDS 33). Lancet 1998; 352:837-53. 101. Mogensen, CE; Keane, WF; Bennett, PH. y cols. Prevention of diabetic renal disease with special reference to microalbuminuria. Lancet 1995; 346: 1080-4. 102. Cooper, ME. Pathogenesis, prevention, and treatment of diabetic nephropathy. Lancet 1998; 352:213-9. 103. Lewis, EJ; Hunsicker, LG; Bain, RP; Rohde, RD. The effect of antimensinconverting-enzyme inhibition on diabetic nephropathy. N Engl J Med 1993; 329:1456-62. (Erratum,N Eng I Med 1993; 330:152.) 104. Gansevoor, RT; de Zeeuw, D; de Jong, PE. Is the antiproteinuric effect of ACE inhibition mediated by interference in the renin-angiotensin system? Kidney Int 1994; 45: 861-7. 105. Tarif, N. and Bakris, GL. Preservation ofrenal function: the spectrum ofeffects by calcium-channel blockers, Nephrol Dial Transplant 1997; 12:2244 - 22% 106. Bakris, GL; Copley, JB; Vicknak, N; Sadler, R; Leurgans, S. Calcium channel blockers versus other antihypertensive therapies on progression of NIDDM associatednephropathy: Kidney Int. 1996; 50:1641-1650. 107. Bakris, GL; Mangrum, A; Copley, JB; Vicknair, N; Sadler, R. Calcium channel or beta blockade on progression of diabetic renal diesease in African-Amencans. Hypertension 1997; 29: 773-780. 108. Picken, M; Griffin, K; Bakris, GL; Bidani~ A. Comparative effects of four different calcium antagonists on progression of renal disease in a remnant kidney model. J Am SocNephrol 1996; 7:1552 (abstract). 109. ZuccheM P; Auzcala, A; Borghi, M. y cols. Long term comparison between captopril and nifedipine in the progression of renal insufficiency. Kidney Int 1992: 42:452-458. 110. NosadK R; Abaterusso, C; Dolls Vestra, M. y cols. Efficacy ofarinhypertensive therapy in decreasing renal and cardiovascular complications in diabetes mellitus, Nephrol Dial Transplant 1998: 13, Suppl 8:4448. 111. Griffin KA; Picken, MM; Bidani, AK. Deleterious effects of calcium channel blockade on pressure transmission and glomerular injury in rat remnant kidneys. I Clin Invest 1995; 96:793 - 800. 112. Crepaldi, G; Carta, Q; Deferrari, G; Nosadlui, R. y cols. Effects oflisinopril and nifedipine on the progression to overt albuminuria in IDDM patients with incipient nephropathy and normal blood pressure. Diabetes Care 1998; 21: 104 -110 113. Velussi, M; Brocco, E; Frigato, F; Nosadird, R. y cols. Effects of cilazapril and amlodipine on kidney function in hypertensive NIDDM patients, Diabetes 1996; 45: 216-222. 114. Rossing, P; Tarnow L; Boelskifte, S; Jensen, BR. y cols. Differences between nisoldipine and lisinopril on glomerular filtration rates and albuminuria in hypertensive IDDM with diabetic nephropathy during the first year of treatment. Diabetes 1997;46:481-48T 115. Giugliano, D; Acampora, R; Marfella, R. y cols. Metabolic and cardiovascular effects of carvedilol and atenolol in rion-insulin-dependent diabetes mellitus and hypertension. A randomized, controlled trial. Ann-Intem-Med 1997; Jun. 15; 126 (12):955-9. 116. Barsotti, G; Cupisti, A; Batsotti, M; y cols. Dietary treatment of Diabetic nephropathy with chronic renal failure, Neprhol Dial Transplant 1998,13 (SuppI 8): 49-52. 117. Nolph, KD; Cutler, SJ; Steinberg, SM. y cols. Continuous ambulatory peritoneal dialysis in the United States: a three year study. Kidney Int 1985; 28: 198-205. 118. Zimmerman, SW, Johnson, CA; O'Brien, M. y cols. Survival ofdiabetic patients onCAPD forover five years. Peritoneal Dial Bull 1987; 7:26-29. 119. Khanna, R. Peritoneal dialysis in diabetic end-stage renal disease. In: Gokal R, Nolph KD, eds. The Textbook ofPeritoneal Dialysis. Kluwer Academic Publishers, Dordrecht: 1994: 639 - 660. 120. Traineus, A; Heimburger, Lindholm, B. Peritonitis in continuous ambulatory peritoneal dialysis (CAPD): diagnostic findings, therapeutic outcome and complications. Peritoreal Dial Int 1989; 9:179-190. 121. Tzamaloukas, AH; Murata, GH; Lewis, SL. y cols. Severity and complications of continuous ambulatory peritoneal dialysis (CAPD): diagnostic findings, therapeutic outcome and complicatfions, Peritoneal Dial Int 1989; 9:179-190. 122. Nevalainen, PI; Lahtela, JT; Mustonen, J. y cols. Subcutaneous and intraperitorical insulin therapy in diabetic patients on CAPD. Peritoneal Dial Int 1996; 16 (Suppi 1): S288-S29 1. 123. Keshaviah, P; Ma, J; Thorpe, K; Churchill, D. y cols. Comparison of 2 year survival on hemodialysis (HD) and peritoneal dialysis (PD) with dose of dialysis matched using the peak concentration hypothesis (abstract). J Am Soc Nephrol 1995; 6:540. 124. Mareefli, D; Spotti, D; Conte, F. y cols. Survival ofdiabetic patients on peritorical dialysis orhemodialysis. Peritoneal Dial Int 1996;16 (Suppi 1): S283 - S287. 125. Hirschl, MM. The patient with type 11 diabetes and uremia - To transplant or not to transplant? Nephrol Dial Transplant 1995; 10: 1515 - 1516. 126. Port, FK; Wolfe, RA; Mauger, EA. y cols. Comparison ofsurvival probabilities for dialysis patients vs cadaveric renal transplant recipients. JAMA1993;1270:13391343.
(*) Profesor Principal, Facultad de Medicina,
Universidad Nacional Mayor de San Marco |