Instituto
"Eduardo Cáceres Graziani"
Dr.
Andrés Solidoro Santisteban (*)
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El Instituto de Enfermedades
Neoplásicas se llama Instituto "Eduardo Cáceres Graziani"
a partir del 15 de Mayo del presente año por Resolución Ministerial
de esa fecha. Que este acto sirva para reconocer uno de los más
exitosos esfuerzos para elevar la Medicina Peruana a la altura de la
ciencia médica mundial en la segunda mitad del siglo que termina.
Breve historia
Esta institución asistencial
fue inaugurada en 1939 para ser dedicada a la atención especializada
de los enfermos con cáncer; en el momento de su fundación
se llamó "Instituto del Cáncer", nombre que posteriormente
fue cambiado a 1nstituto de Radioterapia"; el decreto supremo del
19 de mayo de 1952 le asignó el nombre actual de Instituto Nacional
de Enfermedades Neoplásicas.
Para variar, esta vez el cambio no
sólo fue de nombw. El doctor Eduardo Cáceres Graziani hizo
una completa reorganización institucional: había sido convocado
para dirigir el "Instituto de Radioterapia"; y se entregó
a la tarea de convertirlo en una institución altamente especializada,
moderna eficiente y adecuada para servir al país.
Tenía 37 años de edad cuando
aceptó el desafio; venía cquipado con una sólida formación
oncológica adquirida en las prestigiosas instituciones de USA en
que trabajó, y tenía una idea muy clara de lo que debería
serunhospital de cáncerparael Perú.
Organizó los servicios creando
departamentos o unidades encargadas de las diferentes patologías
neoplásicas por regiones anatómicas; atrajo al hospital a
un grupo selecto de profesionales, y contórmó una élite
médica con los Dres. C. Peschiera, J. De la Flor, F. Plaza, A.
Sabogal, R. Sáenz, J. Gastiaburá, L. Esteves, E. Navarrete,
C. Payet, F. Cabieses, J. Campos Rey de Castro, T. Maffluf... y otros
a quienes encargó la organización y puesta en marcha de las
unidades concebidas por la nueva dirección. Esta organización
ha resistido la prueba del tiempo, y se mantiene con muy pocas modificaciones.
Sólo han cambiado los actores, que ahora son casi en su totalidad
especialistas formados en el programa de entrenamiento de post-grado
del hospital, que el mismo doctor Cáceres creó.
El Registro del Cáncer
El Dr. Cáceres le devolvió a la historia clínica su trascendencia
como herramienta de trabajo para el trabajo asistencial y de investigación.
Organizó e impulsó el archivo y biblioteca de historias clínicas,
empezando por instituir la historia única, y adoptar un modelo
de formato que ha perdurado; predicando con el ejemplo, sus notas de
evolución eran modelo de objetividad a lo que añadía
su permanente vigilancia y disciplina del personal médico y pararnédico
en el llenado de hojas e informes. Todo ese material invalorable ha
sido amorosamente preservado, archivado y catalogado; varias generaciones
de investigadores han extraído y procesado la información
que guardan esos documentos, y allí están los más de
200,000 expedientes que constituyen
una fuente inagotable de información para ser procesada. El Registro
de Cáncer para el Perú era una de sus ideas obsesivas; lo
intentó más de una vez, pero ni los registros hospitalarios,
ni la estructura informática lo permitieron; finalmente, ya dedicado
a la investigación en el Instituto Maes Hcller pudo hacer realidad
un Registro de Cáncer para Lima Metropolitana, editado en 1998,
y convertido en una indispensable herramienta para los interesados en
los problemas del cáncer en nuestro país.
Trabajo a dedicación exclusiva
Este modelo inédito de director
de hospital prodigaba diariamente su talento en inagotables jornadas
operatorias y asistenciales; le dedicó al hospital su trabajo y
su descanso, atendiendo pacientes en los consultorios, en las salas
de hospitalización y en las sesiones operatorias que a menudo terminaban
por la noche. Su desprendimiento y absoluta falta de aprovechamiento
del cargo puede deducirse del hecho que nunca dispuso de la movilidad
del hospital para su uso personal. Le regaló a la institución
su práctica privada, en un gesto que nadie parecía entender;
se asignó un salario tope y donó el cien por ciento de los
honorarios pagados por los pacientes privados a los que operaba y atendía.
También hasta este año trabajó para el hospital bajo
un régimen de médico de 'Tull time" dedicación exclusiva,
y sólo dejó de serlo cuando la incompresión, y la inestabilidad
económica lo obligaron a sacar la práctica profesional a una
oficina privada. Dejó el cargo de Director en mayo de 1985, después
de 33 años de plena dedicación profesional.
Educación y formación de especialistas
La educación del médico
fue su permanente preocupación; enseñaba en los consultorios,
en las salas de hospitalización y en el quirófano. Era un
perfeccionista, instructor de técnica operatoria; disciplinado,
riguroso, incansable, podía ser exigente e implacable. Pero al
final, los cirujanos que fotJó y modeló llevaron su dextresa
a múltiples instituciones del país y del extranjero. Nunca
antes tantos quedaron tan marcados por la impronta de un solo maestro.
Como si esto ftiera poco, Eduardo Cáceres le dedicaba lo mejor
de su energía y entusiasmo al estudio, a la investigación
y a las publicaciones médicas científicas; la biblioteca tenía
todas las publicaciones de la especialidad de la época, y un curso
anual de la especialidad era dictado por el staff. Paralelamente se
desarrollaban reuniones semanales para la discusión de casos clínicos,
y discusiones clínico-patológicas, y sesiones de investigación
mensuales, así como la presentación de muertes y complicaciones,
a todas las cuales asistía participando con entusiasmo contagiante.
Nuestra aletargada medicina de los
50, fue sacudida por un acontecer que muy pocos percibieron, y menos
apreciaron: un sistema de entrenamiento post-grado había sido organizado
en el INEN, con el nombre de "Residentado Médico"; el
propósito era la formación de especialistas. En este sistema,
los egresados de la Escuela de Medicina postulaban para una de las plazas
de residente; el examen era riguroso, los calificativos obtenidos en
la Facultad eran revisados, se requerían dos cartas de presentación,
y se sometía a los postulantes a una prueba escrita y a una entrevista
personal con los integrantes de la Comisión de Selección de
Personal. Los ganadores del concurso ingresaban a un sistema espartano
de arduo trabajo, guardias sacrificadas y estudio permanente, en que
eran guiados por tutores y calificados mensualmente
por el Jefe de Departamento. Un sistema de selección pirarnidal
por el que sólo continuaban los mejores, era el mejor ejemplo del
culto a la excelencia que se respiraba en la institución.
El sistema de entrenamiento post-grado
iniciado por el doctor Cáceres ha sido una de las innovaciones
más importantes de la medicina peruana. El Instituto de Enfermedades
Neoplásicas ha formado más de 600 especialistas bajo éste
sistema, y ahora nadie imagina una institución médica sin
un programa de entrenamiento post-grado. Ahora todas las escuelas de
medicina cuentan con programas para la formación de toda gama de
especialistas, y varios cientos de graduados ocupan plazas de residente
de hospital en las que se aprende-haciendo labor asistencial y de investigación,
y se forman los especialistas del país.
El viejo local de Alfonso Ugarte 825
Fue sometido a todas las refonnas
y adaptaciones imaginables; la expansión de los consultorios y
la demanda creciente de servicios obligó a cerrar el pabellón
de enfermeras internas, y adaptarlo para Consultorio de Admisiones;
la primera Bomba de Cobalto obligó a construir la infraestructura
necesaria en el sótano; el Acelerador Lineal - el primero en sudamérica,
fue instalado adaptando un ala del primer piso; la biblioteca de historias
clínicas fue ampliada y el laboratorio fue llevado al 4' piso,
donde originalmente estaba el dormitorio de las enfermeras; se movió
la Sala de Operaciones del 5' piso a un ambiente ad-hoc en el 2' piso;
se tuvo que construir un pabellón dormitorio para los médicos
residentes porque entonces se estilaba que los residentes vivieran en
el hospital; en el ambiente del antiguo comedor se construyó el
pabellón para niños y el comedor fue trasladado al primerpiso.
El palacio de la Avenida Primavera
Muchas de las realizaciones materiales de Eduardo Cáceres se deben
a una peculiar condición: este hombre no solo se caracterizó
por no sacar provecho de su posición, si no que cuando sus pacientes
agradecidos se ofrecían, él canalizaba el donativo para su
querida institución. Uno y quizás el más importante de
estos, fue el de la paciente agradecida que se convirtió en la
generosa mecenas que organizó la Fundación Peruana de Cáncer,
equipó el Albergue para los enfermos de provincias y construyó
el Instituto Maes Heller. Allí nació también la idea
de construir un nuevo local para el Instituto de Enfermedades Neoplásicas.
El doctor Cáceres gestionó y consiguió que el terreno
fuera asignado para el INEN: solicitó proyectos arquitectónicos
hasta dar con el adecuado; se dedicó muchos meses al análisis
y a la discusión de los detalles arquitectónicos; supervigiló
personalmente la ejecución de las obras. Y cuando el presupuesto
de la Fundación fue sobrepasado por la magnitud del proyecto, gestionó
y obtuvo la financiación con el gobierno del presidente Belaúnde.
Un comité hospitalario vigilaba celosamente el gasto, y probablemente
pocas obras han sido ejecutadas con tanta transparencia. El presidente
de ese quinquenio visitó el hospital próximo a inaugurarse,
y preguntó cuánto costaba "este hospital para pobres",
a lo que Eduardo Cáceres respondió "bastante menos que
un avión Mirage señor presidente". En el mes de enero
de 1988, el dr. Cáceres ya desde el retiro pudo ver la inauguración
de esta obra, ahora convertida en el símbolo de las mejores virtudes
profesionales. Que su nombre sirva de paradigma a las generaciones venideras.