Filosofía
de la medicina. Biología molecular, ¿O lo molecular en biología y
medicina?
Dr.
Raúl León-Barúa (*)
Los grandes avances logrados en los últimos
tiempos en la dilucidación de los procesos moleculares en los
seres vivos han llevado comprensiblemente a pensar que muchos problemas
aún
no resueltos de la biología y la medicina serán solucionados
gracias a esos avances. De allí que se hable de “biología
molecular” (1), y de los cambios radicales que ella imprimirá en
la medicina (2). Según algunas opiniones extremas que hemos recibido,
y que nos han movido a escribir el presente artículo, los cambios
predichos serán realmente tan radicales que mucho de lo que ahora
hacemos en medicina quedará obsoleto.
Recientemente, hemos propuesto una demarcación entre lo que es biología
y lo que es medicina (3). Pero, aun si centramos nuestra atención exclusivamente
en la biología, encontramos en ella aspectos que no pueden ser explicados
por sólo mecanismos moleculares. Así, por ejemplo, en el campo
de la etología, o disciplina que estudia el comportamiento de los animales
y que forma parte de la biología (4), los cambios que justamente animales
llevan a cabo en su comportamiento para adaptarse mejor a su medio ambiente no
tienen una justi- ficación exclusiva a nivel molecular. Se trata, en efecto,
de procesos mucho más complejos que han sido estudiados detenidamente
por Pavlov y colaboradores (5) y teóricos del aprendizaje (6).
La decisión de denominar “biología molecular” a
la biología actual me trae a la memoria lo ocurrido con Virchow
(7a) en 1858. Este genial hombre de ciencia, impulsado por un desbordante
entusiasmo al descubrir que el asiento y la causa de las enfermedades
no son lesiones o alteraciones morfológicas en órganos
como lo afirmaba Morgagni (7b), o en tejidos como lo afirmaba Bichat
(7c), sino mas bien en células, dio a la nueva patología
la denominación de “patología celular” (8).
No pasó mucho tiempo antes de que Bernard (9), con gran criterio,
fruto de cuidadosas observaciones, criticara esta aseveración
preci- sando que las alteraciones morfológicas (entre ellas las
celulares) son consecuencia de cambios fisiológicos previos y
que, al producirse, pueden ser causa a su vez de nuevos cambios fisiológicos.
De acuerdo con la teoría general de sistemas de von Bertalanffy
(10), los seres vivos en general, y el ser humano en particular, son
sistemas abiertos consistentes en diversos subsistemas que pueden ser
ordenados jerárquicamente desde los más simples hasta los
más complejos en la forma siguiente: partículas subatómicas, átomos,
moléculas, organelas, células, tejidos, órganos,
aparatos o sistemas, y cerebro-mente (11).
De otro lado, actualmente se sabe que toda enfer-medad no tiene una
causa sino múltiples causas o, mejor, múltiples factores
determinantes que actuando en conjunto y relacionándose entre
sí dan lugar a la enfermedad (12,13). A esta concepción
se ha llegado progresivamente a través del tiempo, pero, sobre
todo, desde el siglo XVII, en el que Sydenham (7d) estudió y clasificó las
enfermedades de acuerdo con sus manifestaciones externas, esto es, sus
síntomas y signos. Más adelante, surgieron: primero, la
escuela clínico-patológica, con los hallazgos de Morgagni,
Bichat y Virchow, mencionados anteriormente; luego, la escuela fisiológica,
con los aportes de Müller (7e) en Alemania y Bernard en Francia,
este último también antes mencionado; y finalmente, la
escuela etiológica, con los geniales descubrimientos de Pasteur,
Koch y sus discípulos(7f), demostrando el papel patógeno
de microorga-nismos (bacterias, virus, etc.). A estas escuelas, ya clásicas,
se han agregado últimamente la molecular con baseb esencial-mente
genética pero también bioquímica fina (1), y la
llamada escuela psicosomática que estudia el papel de factores
psicológicos en la génesis de las enfermedades (14).
Todos los diferentes enfoques etiopatogénicos descritos no se
han ido sucediendo a través del tiempo con exclusión de
los que les antecedieron, como pudiera pensarse si se sigue la teoría
de los paradigmas de Kuhn (15), sino que se han agregado progresivamente
hasta conformar la concepción multifactorial de la etiopatogenia
que tenemos en la actualidad (12,13).
En vista de lo expuesto, creo que tomar en cuenta sólo lo molecular
en la interpretación de los fenómenos morbosos resulta ser excesivamente
simplista por no decir ilógico. La concepción de lo molecular
ha sido llamada el “paradigma informático-cibernético” de
la medicina (16). Sobre la idea de paradigma ya he expresado mis reparos por
lo menos en lo que a medicina se refiere. Pero, hay un problema más
profundo que el de la simple denominación de paradigma. Todo ser vivo,
y por ende el ser humano, para mantenerse como tal, requiere que los subsistemas
y elementos de subsistemas que lo componen intercambien información(1,10,11,16-18).
Información, según Wie- ner (17), es orden que emerge de un fondo
de desorden. En el ser humano hay tres tipos de información: 1) Información
molecular que transita por la circulación sanguínea y depende
de la síntesis de ácidos nucléicos (código genético),
péptidos y proteínas (substancias mensajeras, enzimas, anticuerpos)
y hormonas; estas moléculas, que contienen información, van en
busca de las estructuras u órganos diana (receptores, antígenos
o glándulas endócrinas), los cuales al recibir sus mensajes se
comportan de acuerdo a las necesidades del sistema (18). 2) Información
bioeléctrica, que circula por las neuronas y sus prolongaciones (dendritas
y axones) muy rápidamente de acuerdo con un código binario (sí/no;
excitación/inhibición) (18). Y 3) Información simbólica
o cognitiva, basada en la atribución de significados y en la evaluación
cognoscitiva del entorno (18); a este tipo de información se le ha llamado
también información semántica o con significado, para
diferenciarla de la información exclusivamente sintáctica o de
simple orde- namiento (11,18,19), como son la molecular y la bioeléctrica. Si sólo en el campo de la informático lo molecular queda
conceptualmente pequeño e insuficiente, ¿qué cabría
pensar de su papel en la inmensidad de la génesis multifactorial
de la enfermedad y la dolencia (12,13)?
Por todo esto estoy convencido de que lo exclusivamente molecular no
podrá reemplazar jamás a una visión integral de
la medicina basada, de inicio, en una buena relación médico-paciente
y seguida, luego, por una dilucida-ción minuciosa de todos los
factores determinantes de la enfermedad y la dolencia que aquejan a la
persona que solicita nuestra atención. Lo molecular, aun siendo
de gran importancia, no lo es ni lo será todo en medicina.
Sé que cambiar una denominación que ha hecho época
y está de moda es muy difícil. Pero, si hubiera tenido
la oportunidad de escoger, yo no habría empleado el término
de “biología molecular” sino, mas bien, de sólo “lo
molecular” en biología y, por extensión, en medicina.
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(*)Medicina
Interna, Gastroenterología. profesor de la Escuela de Postgrado "Victor
Alzamora Castro", Encargado de la Oficina para la Promoción de la Investigación
Científica, Universidad Peruana Cayetano Heredia (UPCH). Vice-Presidente
de la Academia Nacional de Medicina.
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