La visión de colores y sus defectos

Los primates son los únicos animales en los que la visión de colores es un factor capaz de determinar su conducta, especiamente en los simios, en los que se encuentra muy desarrollada. En algunas especies inferiores, la discriminación de ciertos colores tiene un valor biológico secundario, ya sea como factor de atracción sexual, o de defensa al cambiar el color de la piel mimetizándose con el entorno.

El ser humano en cambio puede individualizar muchos colores y matices, independientemente de la luminosidad, lo que entre otras cosas contribuye a su protección y defensa, además los colores le suscitan valores estéticos que constituyen elemento de gran importancia en su vida de interrelacion social.

El ojo humano distingue como colores diferentes las ondas del espectro electromagnético comprendidas entre los 400 nm (azul e índigo) y los 700 nm (rojo) y en el centro, a los 550 nm, se encuentra el verde. La mezcla de estos 3 colores en diferentes proporciones da todos los otros, y cuando esta mezcla es en igual proporción se genera el blanco. La televisión en colores se basa en este principio.

La visión tiene un sustrato anatómico y fisiológico único y diferente a los otros sentidos, desde el punto de vista anatómico, los elementos receptores son los bastones y los conos los que se encuentran en la capa más externa de la retina sensorial en contacto con el epitelio pigmentario de la misma, el que entre sus funciones, está la de metabolizar el extremo distal de los mismos que es descartado constantemente, de tal manera que éstos se renuevan cada 9 días aproximadamente. Para que ellos puedan cumplir con su función, y aquí esta su particularísima característica fisiológica, deben tener un pigmento que se decolora al ser excitado por la luz y se recolora en reposo. Este pigmento en el caso de los bastones se llama rodopsina, mientras que los conos tienen tres diferentes pigmentos, ellos son: a) eritrolabe: sensible al color rojo, b) clorolabe, sensible al color verde y, c) cianolabe, sensible al color azul. Todos están compuestos por un aldehído de la vitamina A, el 11 cis­retinal y una proteína llamada opsina, la cual es diferente para cada uno de los pigmentos mencionados. A diferencia de los conos que funcionan mejor en condiciones fotópicas (con luz intensa) y nos permiten diferenciar los colores, los bastones funcionan mejor en condiciones escotópicas (en luz disminuida) y no distinguen los colores. En el caso de los conos al ser éstos excitados por el color respectivo, el 11 cis­retinal pasa a la forma trans, liberándose de la opsina. Este cambio químico inicia el impulso eléctrico que es modulado en las otras capas de la retina y viaja finalmente al cerebro donde es percibido e interpretado.

Un defecto en la cantidad de alguno de los 3 pigmentos de los conos, o la ausencia de alguno de ellos produce la discromatopsia o daltonismo, el que es heredado de manera recesiva y ligada al sexo. El defecto en la cantidad del pigmento eritrolabe (rojo) se conoce como protanomalía; del clorolabe (verde), deuteranomalía, que es el más frecuente y del cianolabe (azul), tritanomalía. La falta del eritrolabe constituye la protanopia, del clorolabe: deuteranopia, que es el más frecuente, y del cianolabe: tritanopia que es muy raro.

Jugando la vitamina A, papel tan importante en la visión, su carencia, frecuente entre nosotros y gran parte de la población mundial, puede producir ademas de la Xeroftalmia, un cuadro de Ceguera Nocturna al afectar a los bastones, mas no asi, trastorno hasta ahora claramente evidenciado, en la visión de colores, como se demuestra en el interesante y documentado trabajo de Ramírez, J; Rodríguez, D. y Alzamora, B. que se publica en este número de Diagnóstico.

 

Dr. Manuel R. Cordero Cossi
Profesor Principal de Cirugía Humana de la
Universidad Nacional Mayor de San Marcos.