Dolor de origen visceral
Como nos hubiéramos propuesto al iniciar este diálogo sobre el tema del dolor, nos toca ahora ocuparnos del dolor de origen visceral. Esta instancia clínica, aunque menos frecuente, es quizá tanto o más importante que el dolor somatosensorial.
En general, la fisiopatogenia del dolor visceral implica la presencia de un dolor nociceptivo, ya que por regla general anuncia una inflamación que está comprometiendo, en mayor o menor grado las diferentes vísceras. Así por ejemplo el dolor de origen anóxico, como el de un infarto cardiaco, tiene también un carácter o naturaleza nociceptiva.
Cabe señalar sin embargo, que la inervación visceral por terminaciones dolorosas libres varía según el órgano que analicemos. Así es como los órganos huecos están profusamente inervados (como el intestino) mientras que los órganos parenquimato- sos, como el hígado, encuentran su inervación predominantemente en la cápsula, elemento cuya distensión es la fuente más frecuente de sensación dolorosa.
Otros como el corazón tienen un control autonómico casi total y solo sus vasos sanguíneos y sus cápsulas, tales como el pericardio, se encuentran muy inervados. El hueso, por otro lado, prácticamente solo tiene inervación dolorosa en el periostio.
Asimismo, en el dolor somatosensorial hay una distribución somatomérica para llegar al sistema nervioso central en forma segmentaria. Esta no existe necesariamente en el dolor visceral. Así es como se produce el dolor reflejo, porque en su inicio el trayecto de la vía dolorosa puede corresponder a un segmento diferente al de su origen dando lugar a localizaciones atópicas. En esta circunstancia se encuentra por ejemplo el dolor inicial de localización epigástrica, una apendicitis con real origen infla-matorio en la fosa iliaca derecha.
Otro es un dolor de inicio en el vertex pulmonar cuyo origen verdadero es un proceso inflamatorio abdominal en el hipocondrio derecho.
A todas estas particularidades del dolor visceral se añade el componente neurovegetativo, que es la estación obligada de su recorrido, generando inicialmente una respuesta protectora de estrés simpático-mimética. Esta comprende reaccio-nes difusas vasomotoras, piloerectoras, sudoriparas y cardiorrespiratorias con gran penuria propias de la reacción de estrés. En su progresión esta respuesta protectora puede colapsar produciendo un schock neurogénico y cardiogénico con todas sus graves consecuencias clínicas.
Todos los aspectos del dolor visceral se entienden mejor en forma sistematizada según lo estamos planteando en los capítulos de dolor de origen torácico, de origen abdominal, de origen retroperitoneal y de origen ginecológico.
Se discutirá los aspectos psicológicos inma- nentes en todo dolor, haciendo énfasis en aquellas patologías psiquiátricas en las que el dolor es un síntoma cardinal del cuadro clínico. Para no obviar novedades que permiten una mejor comprensión del dolor incluimos un capítulo de dolor y sueño que propondrá un algoritmo diagnóstico y terapéutico original para el manejo del paciente con dolor y trastornos del sueño.
Dr. Juan Cabrera Valencia
Profesor de Neurología de la Universidad
Peruana Cayetano Heredia (UPCH).
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