ÉTICA PROFESIONAL EN MEDICINA
Ética profesional en medicina
Alberto Perales (1)
Analizar la ética profesional en medicina y plantear estrategias de afronte es tarea compleja. Intentarlo, apunta al problema medular de nuestra profesión.
Lo haremos en torno a la propuesta teórica más completa que se ha formulado en los últimos tiempos sobre el desarrollo moral del Hombre, la de Pedro Ortiz Cabanillas, distinguido profesor sanmarquino recientemente fallecido.
La teoría sociobiológica informacional
del hombre de Pedro Ortiz
Se plantea sobre una nueva tesis informacional que modifica sustancialmente los conceptos de vida, evolución, sociedad, conciencia y personalidad. Desde tal perspectiva, el modelo del sistema nervioso humano resulta esencialmente diferente al del animal. La teoría conceptúa la personalidad como el individuo transformado socialmente en ser moral y no como el conjunto de características o rasgos personales como solía considerarse.
Ortiz postula que, a diferencia de las especies animales que viven en manadas constituyendo grupos multi-individuales, la especie Homo sapiens ha sido capaz de formar grupos supra-individuales creadores de cultura (información social). En tal sentido, luego de sucesivas transformaciones, se ha organizado grupalmente, primero, en Humanidad y luego en Sociedad. El Hombre es, así, producto de la expresividad epigenética de su potencial hereditario influenciado y re-estructurado cinéticamente por la sociedad en la cual existe. La información social que la sociedad habrá de proveerle por medio de sus organizaciones y de otros seres humanos, será codificada en su neo-cortex, estructurando gradualmente su conciencia y convirtiéndolo, progresivamente, en una personalidad de naturaleza moral. El hombre no tiene una personalidad sino que es una personalidad (1).
En esta perspectiva, la teoría, incluye una forma distinta de integrar sociedad-conciencia-personalidad, dando una solución distinta al problema mente/cerebro que las ciencias naturales no pudieron resolver. Asimismo, ha generado desarrollos no sólo en el campo de las neurociencias, la psicología y la psiquiatría, sino que posibilita replantear tanto la naturaleza y objetivos de las ciencias médicas y de la salud, así como los de la educación y la ética como ciencias sociales. Por ejemplo, en su marco conceptual, la Ética puede definirse como la ciencia social que estudia los procesos de transformación de la Humanidad en una Sociedad estructurada moralmente; en tanto que la Educación, es la ciencia social que estudia los procesos de transformación del individuo en una Personalidad, que debiera ser íntegramente moral (2).
Como sabemos, el Hombre siempre ha buscado la perfección, que Aristóteles denominaba felicidad. La teoría ética mejor planteada de la antigüedad fue, justamente, la de este autor, aunque hubieron análisis anteriores sobre los fundamentos de la moral por parte de Demócrito, los sofistas, Sócrates y Platón.
La pregunta que, ahora, en pleno S. XXI debemos plantearnos es ¿por qué si el hombre conoce los principios y valores morales que pueden guiar su conducta hacia el bien no lo hace?
Mi particular punto de vista, desde que en 1989 y 1993, identifiqué los tres problemas de salud mental más importantes en el Perú, que en el fondo son problemas éticos: 1º) El subde-sarrollo y la pobreza, 2º) La corrupción generalizada; y, 3º) La violencia (3), es que toda sociedad constituye un experimento humano de investigación-acción en el cual, a través de un proceso histórico de ensayo-error, la sociedad va perfeccionando sus métodos y estilos de vida (optimándolos, reforzándolos o desechándolos) sea formalmente, por medio de leyes y otros recursos legales, hacia una ética de mínimos o, costumbristamente, por medio de hábitos, principios, valores o ideales, hacia una ética de máximos.
La dificultad mayor para mantener en la dirección correcta este proceso evolutivo de moralización de la sociedad, deriva de las interferencias ejercidas por grupos humanos de poder político circunstancial, los cuales, lejos de seguir las pautas correctivas que sugieren los resultados del natural proceso, introducen variables extrañas, no-naturales, vinculadas a intereses particulares, generalmente crematísticos, que ajenos al mismo, rompen y corrompen el desarrollo moral evolutivo.
De allí la necesidad de abordar el estudio de la ética como fenómeno científico y ubicarlo, ya no en el terreno metafísico donde es imposible asirlo, sino en el biológico-social de la conducta humana, para cuyo análisis existen metodologías validadas. La hipótesis que sustenta tal propuesta, que venimos planteando en el Instituto de Ética en Salud de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, es que el bien y el mal no son entes abstractos incorpóreos sino expresiones de acciones humanas, y, como tales -como conductas- susceptibles de investigación científica.
Qué duda cabe que la medicina, como profesión, está íntimamente inserta en la sociedad a la que le toca servir, y que ambas se influencian transaccionalmente.
Y qué duda cabe que en el S. XXI, denominado el siglo del conocimiento, la revolución informacional se ha convertido en el arma principal de dominio político.
Según Barreras:“La ética tiene como tarea u objetivo propugnar y justificar una conducta moral determinada para todos los hombres o una parte de ellos en un momento histórico. Es, por tanto, una teoría, y su construcción, una actividad teórica. Por otro lado, no puede haber sociedad sin trabajo, y si el surgimiento del trabajo marca la transición de la manada a la horda humana y trabajar significa cooperación y supervivencia, no puede concebirse el logro de éstas sin normas que las garanticen, es decir, sin moral” (4).
Por ello, el trabajo médico no puede concebirse sin moral médica.
Bacon, dijo en su momento: “Nuestro poder va tan lejos como nuestro saber”.
El poder del conocimiento científico y tecnológico que recibe el médico, cada vez mayor, pone en serio riesgo su conducta moral. En último análisis, dependerá de él decidir responsablemente si habrá de utilizar tal poder para bien o para mal. Considero, así, que el médico es el sujeto moral de la medicina y que el problema central de su ética profesional en el siglo XXI, dependerá de su persona ¿quién es? ¿cómo se comporta? y cuán efectivos son sus controles morales en el ejercicio de su profesión y de su poder.
En lo que respecta a nuestro escenario nacional, el médico peruano debe tomar consciencia de la magnitud del problema, de las condiciones de la sociedad e instituciones de salud en las que se desenvuelve. De cómo se comporte frente a tal realidad, sea como ejemplo moral y de responsabilidad profesional o que indolentemente se deje arrastrar por las negativas influencias, dependerá lo que la sociedad peruana pueda esperar, no tanto de la medicina sino, fundamentalmente, de sus médicos.
Concluyo estas reflexiones señalando que si se acepta que el problema central en cuanto a ética profesional en medicina se refiere, depende de la persona del médico, surge la inevitable necesidad de preguntarnos ¿cómo educarlo para que cumpla adecuadamente sus responsabilidades científicas, sociales y éticas en beneficio de su sociedad y de su profesión? Lamentablemente, nuestras Facultades de Medicina se preocupan por avasallar a sus estudiantes con información científica y tecnológica pero no lo hacen por su desarrollo como personas. Hoy más que nunca, debemos reiterar el reclamo desesperado de Hans Jonas y de su ética de la responsabilidad.
Y cuán bien harían los responsables de las instituciones de salud (llámese Hospital, Centro, Posta, Instituto, Facultad, etc.) de preocuparse por los problemas éticos que afectan a sus instituciones y de buscar las mejores metodologías-que las hay- para superarlos.
Esbozado así mi concepto central sobre el problema, debo felicitar al Comité Editorial de la Revista DIAGNÓSTICO por la oportuna selección del tema del presente Simposio que será abordado en relación a las cuatro grandes especialidades médicas: Medicina Interna, Cirugía, Obstetricia y Ginecología, y Pediatría, por cuatro médicos peruanos, profesores universitarios de reconocida trayectoria y ejemplos vivos de ética profesional, los doctores Salomón Zavala, Jorge Jáuregui, Percy Pacora y Miguel Oliveros, respectivamente, a quienes agradezco y valoro en toda su dimensión sus valiosas contribuciones.
Referencias Bibliográficas
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Ortiz P.Educación y formación de la personalidad. Fondo Editorial de la Universidad de Ciencias y Humanidades, Lima, 2008.
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Perales A.Testimonio: Pedro Ortiz Cabanillas (1933-2011). Anales de la Facultad de Medicina, 2011;72 (1):83-88
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Perales A.Perales A. Salud Mental: Variables Socioeconómicas, Políticas y Culturales. Anales de Salud Mental, 1993 (1 y 2 ):83 -107.
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Barreras A.Construcción de una teoría ética. En Acosta J (Editor) Bioética para la sustentabilidad. Publicaciones Acuario, La Habana, 2002:27-43.
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Profesor Principal de Psiquiatría de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM). Instituto de Ética en Salud.
Facultad de Medicina, UNMSM. Vice Presidente de la Academia Nacional de Medicina y Presidente de su Comité de Ética y
Deontología Médica. |