La investigación en la diabetes mellitus

En el año 2010 se estimó que había 285 millones de diabéticos en el mundo y se estimó que en el año 2030 habrá 439 millones de personas con diabetes mellitus tipo 2, lo que pone en evidencia la necesidad de abordar el problema de la prevención y el tratamiento de esta enfermedad.

Además, estudios clínicos han demostrado que los pacientes con diabetes, ocho años después del diagnóstico, tienen un riesgo de tener un infarto del miocardio, comparable al de personas no diabéticas que ya han tenido un infarto del miocardio (1).

El primer estudio clínico significativo que demostró la influencia de la diabetes en la incidencia de la enfermedad cardiovascular independientemente del nivel de colesterol, del nivel de presión arterial y del hábito de fumar fue el Múltiple Risk Factor Intervention Trial (MRFIT). Este estudio demostró, en una muestra de 347,978 personas, que la mortalidad cardiovascular es tres veces más alta en los diabéticos y es adicionalmente aumentada por una elevación en los niveles de colesterol (2).

El riesgo y la velocidad del desarrollo de ateroesclerosis están aumentadas en la diabetes mellitus, pero los mecanismos causantes no son completamente explicados, especialmente como la hiperglicemia «per se» influencia el desarrollo de la placa ateroesclerótica.

En este campo tan complejo hay numerosos estudios que amplían la investigación a otros aspectos de la ateroesclerosis. Por ejemplo: ¿Qué rol juega el sistema hemostático como modulador de la ateroesclerosis? (3). Y hay también, estudios sobre el papel de los monocitos (4).

Actualmente, a pesar del buen resultado del tratamiento de la hipercolesterolemia con las estatinas, fibratos y otras drogas, se está buscando nuevos productos que actúen sobre el receptor del colesterol, aumentando su supervivencia, para ello se utiliza un anticuerpo monoclonal (5).

En relación a anticuerpos monoclonales quiero mencionar dos evidencias sobre diabetes. El imatinib, es un anticuerpo monoclonal que se usa fundamentalmente para la leucemia del adulto (6).

En el año 2005 Veneri reportó en The New England Journal of Medicine (7), la regresión de un caso de diabetes tipo 2 con el imatinib. Como sabemos, el imatinib es un inhibidor de la tirosina-kinasa y esto lo conecta con el receptor de insulina y con numerosas vías intracelulares del metabolismo de la glucosa. Sin embargo, recientemente Fitter (8) ha propuesto que esta acción benéfica se realizaría a través del aumento de la adiponectina.

En el caso de la retinopatía diabética y en especial la maculopatía, se ha utilizado el bevacizumab, un anticuerpo monoclonal humanizado que controla la acción del VEGF (Vascular Endothelium Growth Factor) con mucho éxito (9) e incluso en la retinopatía de la prematuridad (10).

Un campo que está resultando muy fructífero en la búsqueda de nuevos tratamientos para la diabetes es el que se refiere a las Kinasas.

Desde el artículo pionero de Matchinsky (11) sobre la red de células que expresan la glucokinasa de activadores de la glucosakinasa como tratamiento para la diabetes, se han hecho muchos avances. Incluso el mismo autor publicó en el 2011 (12) un artículo sobre una nueva droga, piragliatin, que activaría la la glucokinasa.

La inflamación juega un rol fundamental en la diabetes, la obesidad y la hipertensión arterial, entidades clínicas que confluyen en la diabetes, por ello se están utilizando bloqueadores de las interlukinas inflamatorias como métodos de tratamiento de la diabetes tipo 1 (13) y tipo 2 (14).

La enfermedad cardiovascular es un acompañante constante de la diabetes mellitus, 70% de la mortalidad en la diabetes. Ahora bien, como lo ha señalado el Dr. Fausto Garmendia en el artículo sobre «Los retos actuales en el tratamiento de la diabetes mellitus» ya desde el estudio UKPDS de 1998 (15) se hacía notar que ha pesar de la reducción de la glicemia el beneficio cardiovascular no era tan significativo.

10 años después, en el 2008, se publicaron los resultados del estudio ADVANCE (Effect of a fixed combination of perindropil and indapamide on macrovascular and microvascular outcomes in patients with type 2 diabetes mellitus) que demostró que el control intensivo de la glicemia no producía beneficios adicionales cardiovasculares en pacientes con diabetes.

Además, de acuerdo al estudio ACCORD (Action to Control Cardiovascular Risk in Diabetes) (16) el control intensivo de la glucosa puede incluso, aumentar la mortalidad en los pacientes.

Estos hallazgos revelan la complejidad del problema y la indisoluble asociación entre glicemia, hiperlipidemia e hipertensión arterial. Los 3 factores deben ser tratados en conjunto.

Por supuesto la prevención juega un rol fundamental sobre todo ahora que se están incorporando, como diabéticos tipo 2, numerosos jóvenes cuyo futuro cardiovascular y tiempo de vida está comprometido.

Aquí la investigación de campo, médico-social, es indispensable.

La genética juega un rol muy importante en la investigación en diabetes y aunque es un aspecto muy complicado, por el número de genes comprometidos, se espera obtener resultados halagadores (17).

Por todas estas razones la investigación en diabetes mellitus debe continuar a fin de obtener mejores resultados en la prevención y tratamiento de esta pandemia del siglo XXI.

Dr. Rolando Calderón Velasco
Miembro del Comité Editorial
Revista DIAGNÓSTICO

Fihu

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