Mari Carrión Chambilla (1), Agustin Iza Stoll (2), Javier Pinto Concha (1), Leonor Melgarejo Dextre (1)
Resumen
Introducción: La masa corporal y la circunferencia abdominal elevadas están asociadas al desarrollo de hipertensión arterial; sin embargo en el Perú no existe información sobre su impacto en los niveles de presión arterial. Objetivo: Determinar el efecto de las variaciones de la masa corporal y la circunferencia abdominal sobre los valores de presión arterial. Métodos: Se reclutaron 1023 individuos mayores de 18 años entre enero y abril del 2005. Se calculó el IMC y el valor de la circunferencia abdominal (CA). Se registró la presión arterial, el sexo, edad y el antecedente de HTA. Se analizó mediante regresión lineal la relación entre circunferencia abdominal e índice de masa corporal vs. presión arterial. Resultados: Se encontró que un incremento de una unidad de IMC se asociaba a un incremento de 1.3 mmHg. y 1.2 mmHg. para la presión sistólica (PAS) y diastólica (PAD) para los varones, y de 1.3 y 0.8 mmHg. para las mujeres. Asimismo por cada incremento de 5 cm. en la CA, la presión arterial se incrementaba en 2.4 mmHg. para la PAS y 2.0 mmHg. para la PAD en los varones. En las mujeres este incremento fue de 2.9 y 1.5 mmHg. respectivamente. Conclusiones: Los niveles de presión arterial se incrementaron en relación directa al incremento del índice de masa corporal y de la circunferencia abdominal en todo el rango de valores de estas variables.
Palabras clave: Presión arterial, obesidad central, índice de masa corporal.
Abstract
Introduction: Increased body mass and waist circumference are associated to the development of high blood pressure; in Perú, however, there is no information on the impact of these in blood pressure levels. Objective: To determine the effect of the variations in body mass and abdominal circumference on the values of blood pressure. Methods: Between January and April 2005 1023 individuals were recruited. The BMI and the abdominal circumference values (AC) were calculated. Blood pressure, sex, age and the history of hypertension were registered. The relation between abdominal circumference and body mass index and blood pressure were analyzed by linear regression. Results: It was found that an increase of one unit of BMI was associated to an increase of 1.3 mmHg. and 1.2 mmHg. in systolic (SBP) and diastolic pressure (DBP) for men and of 1.3 and 0.8 mmHg. for women. Also for each increase of 5 cm in the AC, blood pressure increased in 2.4 mmHg. in SBP and 2.0 mmHg. in DBP in men. In women this increase was of 2.9 and 1.5 mmHg. respectively. Conclusions: Blood pressure levels increased in direct relation to the increase of body mass index and the abdominal circumference in all the rank of values of these variables.
Key words: Blood pressure, central obesity, body mass index.
Introducción
La obesidad es una enfermedad crónica multifactorial, constituyéndose en un problema de salud pública debido al notable incremento en su prevalencia a nivel mundial y a su reconocida asociación con otras patologías, aumentando la morbimortalidad y alterando la calidad de vida de quien la padece(1-3). Se estima que más de 1.1 billón de personas están en sobrepeso, de los cuales 320 millones son obesos. Más de 2.5 millones de muertes cada año se atribuyen a índices de masa corporal (IMC) elevados, esperando que se dupliquen para el 2030(4-6).
Recientes hallazgos sugieren que la circunferencia abdominal (CA) es un mejor marcador de riesgo que el IMC. Las guías del USA National Institutes of Health (NIH) indican que los riesgos se incrementan de un modo gradual desde el peso normal a la obesidad, y que dentro de cada categoría de IMC, los hombres y mujeres con valores de CA altos están en mayor riesgo que aquellos con valores normales(7). Según información del NHANES III la prevalencia de obesidad abdominal sería del 27.1%, 20.2% y 21.4% en hombres blancos, negros e hispanos respectivamente y los valores correspondientes en mujeres son de 43.2%, 56% y 55.4%(8) y asimismo que la obesidad abdominal se asocia a un incremento de 2 a 3 veces en el riesgo de hipertensión(8); en otros como el estudio de Framingham la obesidad justifica el 78% y el 65% de la HTA en hombres y mujeres respectivamente. Esta asociación varía con la edad, el sexo y la raza y es más fuerte en los sujetos jóvenes menores de 40 años, especialmente en varones(11). Un incremento del IMC de 1.7 Kg. /m2 en hombres y 1.25 en mujeres o un aumento en la circunferencia abdominal de 4.5 cm en hombres y 2.5 en mujeres supondrían un incremento de 1 mmHg en la presión arterial sistólica(12).
En el Perú, Pajuelo, Zubiate y Seclén(13-15) reportan una prevalencia de obesidad de 25%, sin embargo no existe información conocida sobre la prevalencia de obesidad central. Tampoco sobre el efecto de éstas en la presión arterial.
Material y métodos
Se reclutaron en forma consecutiva a 1023 personas mayores de 18 años, habitantes de la costa, que acudían al consultorio de despistaje de factores de riesgo cardiovascular del programa de hipertensión arterial del Hospital Nacional Arzobispo Loayza, durante los meses de enero a abril del 2005 y a los que se evaluó el peso determinado en kilogramos y la talla expresada en metros, se calculó el IMC a través de la fórmula de peso entre talla al cuadrado, consignándose el resultado con un decimal. Se midió la circunferencia abdominal en centímetros, la cual fue determinada en el punto medio entre las líneas horizontales paralelas que pasan por el borde inferior del reborde costal y el borde superior de las crestas iliacas. Se midió la presión arterial en la posición sentada en el brazo derecho bajo los lineamientos establecidos internacionalmente con un esfigmomanómetro aneroide. Además se consignó el sexo, edad de las personas y el antecedente de hipertensión arterial.
Para propósito del estudio se clasificó los niveles de masa corporal como de bajo peso si el IMC era menor de 20, peso normal > = a 20 y < de 25, sobrepeso > = 25 y < de 30, y obesidad si el IMC era mayor o igual de 30. La obesidad global fue subdividida en grado I si el IMC era mayor o igual de 30 y menor de 35, grado II si el IMC era mayor o igual a 35 y menor de 40 y grado III si el IMC era mayor o igual a 40. La obesidad abdominal se determinó usando la definición del ATP III, es decir si la circunferencia abdominal era mayor de 88 cm. en la mujer y mayor de 102 cm. en el varón.
El análisis estadístico se realizó utilizando el paquete del programa SPSS 11, para lo cual se estimó la prevalencia de obesidad global y obesidad central e hipertensión, según sexo y edad; también la prevalencia de hipertensión según niveles de grasa corporal. Se determinó los niveles de presión arterial en relación al nivel de masa corporal y presencia o no de obesidad central. Se sintetizó los datos cualitativos en frecuencias absolutas y relativas, y los cuantitativos en medias y desviación estándar. Se aplicó la prueba t de Student para comparar las medias correspondientes a grupos definidos por variables dicotómicas, y análisis de varianza para datos constituidos por más de dos grupos. Se aplicó la regresión lineal para evaluar la asociación entre índice de masa corporal con circunferencia abdominal y de ambos con los niveles de presión arterial. Todo resultado cuyo p-valor fuera menor que 0.05 se consideró estadísticamente significativo.
Resultados
La evaluación inicial muestra que la prevalencia de obesidad central, obesidad global e hipertensión arterial en la población estudiada (n = 1023) es de 58%, 19.4% y 24.4% respectivamente.
En nuestra población el 73.8% es del sexo femenino y los niveles de presión arterial son menores que en los varones (116/72.8 mmHg vs.120.7/73.7 mmHg) especialmente en la presión sistólica; la tasa de hipertensión arterial es similar (23.1% vs. 24.9%). Con respecto a la prevalencia de obesidad global, ésta es mayor en el sexo femenino (21.9% vs. 11.9%), y con respecto a la obesidad central la diferencia es mucho mas marcada (70.8% vs. 21.6%).
En la población estudiada el 80.7% se encontraba en el rango de 30 a 69 años. El IMC máximo se observó entre los 50 a 59 años (27.0 ± 4.3) y la circunferencia abdominal se incrementó paulatinamente con la edad, desde 86 cm. entre los 18-29 años hasta 96.9 cm. entre los 80-89 años. La presión arterial también se incrementó con la edad en especial la presión sistólica y con respecto a la presión diastólica este aumento se objetivó hasta los 59 años a partir del cual comenzó a disminuir. La prevalencia de obesidad global se incrementó progresivamente hasta los 59 años y luego comenzó a disminuir. La prevalencia de obesidad central e hipertensión arterial aumentaron con la edad, manteniéndose elevada aun en los grupos etáreos mas avanzados.
Con relación al nivel de masa corporal se observó que el 6.4% se halla en bajo peso, 37.7% en peso normal, 36.6% en sobrepeso y 19.3% en obesidad. La edad promedio era similar en todos los grupos (50.4 a 53.8 años). El nivel de circunferencia abdominal, así como la prevalencia de obesidad central, se incrementó según aumentaba el índice de masa corporal, con un alto nivel de correlación para ambos géneros (mujeres: 0.7170 y hombres: 0.7579). Se determinó, luego del análisis de regresión lineal, que el incremento de una unidad de masa corporal (IMC) se asociaba a un incremento de la cicunferencia abdominal de 2.416 cm. para los varones y de 1.973 cm. para las mujeres. Al determinar la prevalencia de hipertensión arterial en cada uno de los grupos según la masa corporal se obtuvo que en el de bajo peso era de 16.7%, en el de peso normal 20.8%, en el de sobrepeso 23% y en el de obesidad 36.9%.
Cuando se analizó a la población obesa, el mayor porcentaje (83.3%) corresponde al grado I, 13.2% al grado II y 3.5% al grado III (obesidad mórbida).
Se analizó los niveles de presión arterial según el nivel de masa corporal para la población general, observándose un incremento tanto en la presión sistólica como diastólica de 106.5 a 126.1 mmHg. y de 64.8 a 79.2 mmHg. respectivamente. Además esta tendencia se mantuvo independientemente del sexo, con valores de p significativos preferencialmente para el sexo femenino (Tabla 1). Al realizar el análisis de regresión lineal se encontró que un incremento de una unidad de IMC se asociaba a un incremento de 1.3 mmHg. y 1.2 mmHg. para la presión sistólica (PAS) y diastólica (PAD) para los varones (p<0.001, rsq = 0.0704 y 0.1682), y de 1.3 y 0.8 mmHg. para las mujeres (p<0.001, rsq = 0.0797 y 0.0944).
En la población estudiada 593 (58%) presentaron obesidad central. Cuando se comparó el IMC, éste fue mayor en el grupo obeso central, tanto en el sexo masculino (30.3 3.2 vs. 23.9 ± 2.9) (p <0.001) como en el femenino (28.2 ± 4.2 vs. 22.1 ± 2.8) (p <0.001). Los niveles de presión arterial tanto sistólica (120.3 ± 22.2 vs. 113.1 ± 19.7 mmHg)(p <0.001) como diastólica (75.2 ± 13.3 vs. 70.1 ± 11.5 mmHg) (p <0.001) fueron mayores en los que presentaban obesidad central con respecto a los que no la presentaban. Asimismo la prevalencia de hipertensión arterial fue mayor entre los obesos centrales (28.6% vs. 18.3%)(p <0.001).
Se analizó las variaciones de la presión arterial y prevalencias de hipertensión arterial según intervalos de circunferencia abdominal para cada sexo (Tabla 2 y 3); obteniéndose incrementos significativos de la presión sistólica y diastólica asociado a los incrementos de la circunferencia abdominal especialmente para el sexo femenino.
Asimismo se realizó el análisis de regresión lineal de la presión arterial sistólica y diastólica versus la circunferencia abdominal para cada sexo, resultando que por cada incremento de 5 cm. en la circunferencia abdominal, la presión arterial se incrementaba en 2.4 mm Hg. para la sistólica y 2.0 mm Hg. para la diastólica en los varones (p<0.001, rsq = 0.0731 y 0.1406 respectivamente). En el caso de las mujeres este incremento fue de 2.9 mm Hg. y 1.5 mm Hg. respectivamente (p<0.001, rsq = 0.0864 y 0.0688).
Por último se comparó los niveles de presión arterial y prevalencia de hipertensión arterial en el grupo de peso normal (por IMC) dividido según la presencia de obesidad central (Tabla 4), encontrándose un mayor nivel de presión arterial (115.6/70.2 mm Hg. vs. 112.2/69.4 mm Hg.) y de hipertensión arterial (29% vs. 16.8%) en el grupo de peso normal con obesidad central vs. aquellos que no la presentaban; sin embargo sólo la diferencia en la tasa de hipertensión arterial fue significativa.
Discusión
En el presente estudio se evidencia una prevalencia significativa de obesidad global, obesidad central y de hipertensión arterial que incluso se semeja a la de los países desarrollados. La prevalencia de obesidad se encuentra en niveles elevados (19.4%), y similarmente a otras regiones, predomina en el sexo femenino, llegando en este caso al 21.9%. Este dato de obesidad global, es algo superior al reportado por Pajuelo (18%), pero inferior a los reportados por Zubiate y Seclén para una población de Lima (25% y 31% respectivamente), aunque cabe resaltar que la definición de obesidad utilizada por Seclén fue de un IMC > 27. Con respecto al sexo masculino la tasa de obesidad es superior a la reportada por Pajuelo (7,6%) y muy similar a la dada por Zubiate (12.1%) (13, 14, 15). La experiencia latinoamericana es variada: nuestros resultados son más altos que los encontrados en algunos otros países latinoamericanos, como en Brasil donde han reportado 9.6% en un estudio nacional. En México, donde en una población urbana nacional se obtuvo un 20.9%, y en Argentina las tasas son más elevadas llegando hasta un 26.8%. y en Asunción, Paraguay, las tasas de obesidad son marcadamente superiores a las nuestras, siendo en mujeres de 35.7% y en varones 22.9%(10).
La tasa de obesidad central encontrada por nosotros es significativamente alta, debido fundamentalmente a una elevada prevalencia en el sexo femenino donde está alrededor del 70%, una de las más altas reportadas hasta el momento; incluso mayor que la reportada por el NHANES III (55.4%), la cual sin embargo es un registro nacional. En el caso de los varones se reportaron tasas muy similares. En el caso de Latinoamérica no se encuentra mucha información sobre las prevalencias de obesidad central. En el estudio de Asunción, Paraguay, midiendo la relación cintura cadera, se reportan resultados de 62.7% para las mujeres y 58.9% para el sexo masculino(10). La tasa de obesidad, en nuestra población estudiada podría estar sobredimensionada en relación a la población peruana, ya que está constituida por más de 70% de mujeres, mientras que ellas sólo constituyen el 50.3% de la población nacional. Por otro lado el grupo etáreo prevalente en nuestra población es el de 50 años, que es a su vez el que presenta la mayor prevalencia de obesidad central; sin embargo el promedio de la población adulta peruana es de 40 años, según datos del último censo nacional.
La tasa de hipertensión arterial encontrada es muy similar a la reportada últimamente por Agusti et al. con una prevalencia mayor en el sexo femenino, aunque no fue estadísticamente significativa. Hemos encontrado, asimismo que con el aumento de la edad se asocia un claro incremento en los niveles de presión arterial, así como en la prevalencia de hipertensión. La tasa de obesidad también se incrementó, sin embargo alcanza un máximo entre los 50 a 59 años a partir del cual comienza a descender; algo similar sucede con la obesidad central aunque este descenso es más gradual, manteniéndose prevalencias altas aun en grupos etáreos mayores. Este hallazgo ha sido reportado en estudios previos y estaría en relación a una disminución de la masa magra y a un incremento en la adiposidad abdominal, lo cual se traduce en un incremento de la circunferencia abdominal.
Al agrupar a la población según nivel de masa corporal, sólo el 37% se encuentra con un peso normal, es decir el 63% de la población en estudio presenta algún grado de malnutrición, predominantemente de incremento de la grasa corporal. Además las tasas de obesidad central e hipertensión se incrementan en la medida que aumenta la grasa corporal. Se conoce que la obesidad se asocia a un incremento en el riesgo de desarrollar hipertensión arterial que se ratifica en los hallazgos nuestros donde también encontramos que este riesgo se incrementa en manera directa con el incremento de la grasa corporal, es decir el riesgo de hipertensión arterial es una variable contínua en relación al incremento del IMC y de la circunferencia abdominal y no hemos encontrado un punto de corte a partir del cual este riesgo recién aparezca. Asimismo nuestros resultados muestran que la circunferencia abdominal se incrementa en relación directa con el incremento del IMC.
Se encuentra en el presente estudio que la obesidad de grado I es la forma más prevalente y la forma severa (IMC > 40) es la menos frecuente, llegando al 0.6% de la población total, resultado menor del reportado para la población norteamericana, donde llega hasta el 4.7%(7). La obesidad, en nuestra población es aún una obesidad preferentemente leve.
Apreciamos que las cifras de presión arterial se elevan significativamente cuando las relacionamos con respecto a la grasa corporal ya sea medida como obesidad global o central, tanto en la población general o agrupada según el género. En otros estudios, como en el nuestro, también se ha demostrado mayor prevalencia de hipertensión arterial en población obesa con respecto a la de peso normal(16). Este hallazgo resulta importante puesto que siempre se ha relacionado la obesidad (global o central) con la mayor presencia de factores de riesgo cardiovascular o mayor riesgo de hipertensión arterial, asumiéndose que a partir de esta condición los riesgos recién se incrementarían. Sin embargo nuestros resultados nos dicen que los valores de presión arterial se incrementan en forma progresiva correlacionados con el aumento de la grasa corporal, comportándose entonces como una variable contínua. Esto está fundamentado en numerosos estudios que resaltan los cambios fisiopatológicos del sistema vascular así como las alteraciones neurohumorales asociados a los incrementos de grasa corporal en individuos obesos o con sobrepeso(17). Se han descrito varias explicaciones, entre las que se mencionan aumento en la concentración de ácidos grasos libres, resistencia a la insulina, hiperinsulinemia, disminución de la elasticidad arterial, disminución del óxido nítrico endotelial, y otros factores que conducen a la vasoconstricción y posteriormente cambios estructurales de la pared arterial que mantienen aumentada la resistencia periférica(18-20). Esto conduce a un incremento en la presión arterial dentro del rango normal o a una hipertensión evidente. Además comparado con sujetos hipertensos delgados, los hipertensos obesos tienen un mayor incremento en el gasto cardiaco. El gasto cardiaco esta estrechamente relacionado al tamaño corporal, principalmente como resultado de los requerimientos metabólicos de la masa corporal libre de grasa(21); así en los obesos se incrementa la grasa corporal pero también se incrementa la masa corporal libre de grasa metabólicamente activa. Otros mecanismos planteados incluyen la hiperleptinemia, la hipercortisolemia, la disfunción renal, la alteración vascular, la hiperactividad del sistema nervioso simpático y del sistema renina angiotensina y la actividad del péptido natriurético como causantes de la hipertensión en el sujeto obeso. A largo plazo la obesidad produce fallo renal con pérdida de nefronas funcionantes contribuyendo al aumento de presión arterial y creando un círculo vicioso.
Conclusión
Los niveles de presión arterial se incrementaron en relación directa al incremento de la circunferencia abdominal y al índice de masa corporal. La hipertensión es más frecuente en los obesos centrales que en los que tienen circunferencia abdominal normal.
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1 Médico Asistente. Servicio de Cardiología. Hospital Nacional Arzobispo Loayza.
2 Profesor Principal. Universidad Cientifica del Sur.
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