Avanzes más destacados de la dermatología a nivel mundial en los últimos 30 años
Seguna parte
Zuño Burstein Alva(1) ,
Francisco Bravo Puccio(2)
Resumen
En el presente artículo se hace una breve reseña de algunos de los más destacados avances de la dermatología en sus
diferentes campos y su significado para la medicina general y la salud pública.
Palabras clave: Avances de la dermatología, salud pública.
Summary
In the following article the most important advances in the different field of dermatology are discussed, with emphasis in
their significance in regard to general medicine and public health.
Key Words: Advances in dermatology, public health.
INTRODUCCIÓN
La dermatología, como lo dijéramos en un Editorial
de esta misma Revista el año 2004(1) , con motivo de un
Simposio sobre Dermatología, "es disciplina médico
científica multidisciplinaria y multifacética que abarca en la
actualidad, extensamente y en profundidad, los campos
clínicos, quirúrgicos y de laboratorio y que, estrechamente
vinculada a los aspectos médicos sociales pertinentes, se
aplica a la prevención, diagnóstico, tratamiento y recuperación de las afecciones de la piel y mucosas, así como al
cuidado de la piel sana".
La piel, que fue considerada antiguamente como una
simple cubierta protectora y de intercambio con el medio
exterior, es ahora conocida como el órgano inmunoreactor
más extenso e importante del organismo, con toda la significación que tiene esta función para comprender, no solo la
causa de muchas enfermedades cutáneas de origen antes
desconocido, sino también para establecer su relación con la
medicina interna y otras especialidades.
Los nuevos y numerosos conocimientos científicos y
tecnológicos producidos en estas últimas décadas en medicina y en biología general han determinado un radical cambio
cualitativo y cuantitativo en la especialidad dermatológica,
habiendo jugado un rol protagónico en ellos que le ha
permitido colocarse, de un relegado sitial que ocupaba
antiguamente, a una posición actual de primera elección en
medicina y de importancia trascendente para la salud pública
y cuyos avances, difíciles de enumerar en su totalidad,
pretendemos reseñar en este articulo con algunos de sus
aspectos, en nuestro concepto, más destacados.
ERRADICACIÓN Y ELIMINACIÓN
DE LA VIRUELA Y DE LA LEPRA
DE LA FAZ DE LA TIERRA (2-3)
El último caso de infección natural de la viruela en el
mundo ocurrió en Octubre de 1977 en Somalia, África; dos
años después, la Organización Mundial de la Salud (OMS)
certificó la erradicación mundial de la enfermedad, lo cual
fue confirmado por la Asamblea Mundial de la Salud en
Mayo de 1980. Este objetivo, trazado y logrado exitosamente
por el sanitarismo mundial, permitió erradicar una de las
plagas más mortíferas y temibles que azotó por milenios a la
humanidad.
La viruela era una enfermedad eminentemente
humana, producida por un Pox - Virus de gran patogenicidad,
adaptado a la especie humana, altamente transmisible.
Infectaba sin distinción de edad, raza, sexo y status social,
produciendo alta letalidad; afortunadamente podía lograrse
resistencia del huésped a la infección viral mediante el
manejo inmunológico y se consiguió, a través de un programa de vacunación universal obligatorio y compulsivo, que la
enfermedad fuera erradicada mundialmente.
Con este gran éxito de la dermatología sanitaria se
pensó que la lepra, otro azote que ha perseguido al hombre
desde tiempo inmemorial, enfermedad igualmente exclusiva
de la especie humana producida por una bacteria,
Mycobacterium leprae, podría ser manejada con similares
medidas que la viruela; pero, desafortunadamente, la lepra
ofrece fundamentales diferencias frente a ella. La pobre
respuesta a los agentes inmunizantes hace poco efectiva la
posibilidad de utilizar agentes inmunógenos para el control.
Condicionamientos inmunogenéticos de receptividad individual y, predominantemente, alteraciones inmunoreactivas
determinadas por factores socioeconómicos que deprimen
los mecanismos de defensa a la invasión bacteriana en grupos
poblacionales con déficits nutricionales, condiciones de
hacinamiento, así como un conjunto de factores dependientes de la pobreza propios de países subdesarrollados,
juegan un rol determinante en la presentación y progresión de
la enfermedad.
Estas condiciones determinaron que la lepra fuera
considerada durante muchos años como una enfermedad
donde no había muchas posibilidades de actuar y en la que no
existía mucha esperanza para su control, salvo el de
aislamiento y reclusión compulsiva de los enfermos en
leprosorios para evitar el contagio y la propagación de la
enfermedad, que provocaba pavor en la mente de ellos y en su
entorno y derivaba en estigmatización, rechazo y
marginamiento social de estos pacientes.
Este panorama cambió radicalmente en los últimos
30 años con el advenimiento de los agentes antibacterianos:
quimioterápicos y antibióticos de efecto sistémico, comenzando con las Sulfonas, la Clofazimina y, posteriormente, la
Rifanpicina y otros antibióticos bactericidas, como una
fluoroquinolina (Ofloxacina), una tetraciclina (Minociclina)
y un Macrolido (Claritromicina).
La estrategia terapéutica actual que sigue empleando
la OMS desde el año 1982, denominada poliquimioterapia
(PQT/OMS), combina dos o tres medicamentos de acuerdo
con la forma clínica de la enfermedad, con lo que se evita el
desarrollo de cepas resistentes de M. leprae y se logra
eliminar la condición del enfermo como factor de infección
desde las primeras dosis de la terapia. Este esquema permitió
afirmar por primera vez con una base científica firme que la
lepra es curable, modificando radicalmente su estrategia de
control mediante un diagnóstico precoz y tratamiento oportuno, lográndose, a partir de la PQT/OMS, que la lepra fuera
considerada y tratada como una enfermedad dermatológica
más de carácter ambulatorio, clausurándose los leprosorios y
habiéndose logrado prevenir las incapacidades de millones
de pacientes.
Con esta asombrosa perspectiva la Asamblea Mundial de la Salud, en 1990, aprobó la propuesta de lograr la
eliminación de la lepra como problema de salud pública a
nivel mundial para el año 2000, considerado este concepto
como la reducción de la tasa de prevalencia a cifras inferiores
a l por 10.000 habitantes; pero esto no significaba la erradicación de la enfermedad sino la reducción de la prevalencia a
niveles muy bajos, en los que se consideraba que el potencial
de transmisión es muy limitado.
Si es verdad que esta meta no se logró en términos
absolutos en el año 2000, se ha dado en estas últimas décadas
un paso gigantesco y hemos pasado de una falta de tratamiento a una poliquimioterapia eficaz que ha curado a 10
millones de enfermos y de 122 países endémicos, desde el
inicio de la PQT/OMS, se ha pasado el año 2004 a solo 9 en
esa condición a nivel mundial. En América Latina solo
persisten con prevalencia nacional superior a un caso por
cada 10 mil habitantes Brasil y Paraguay.
En el Perú, de acuerdo con la información de la
Estrategia Sanitaria Nacional de Control y Prevención de
Tuberculosis Componente Lepra del MINSA, de los años
2000 al 2007 se han diagnosticado un total de 322 casos y
para el año 2007 se reportaron 21 casos de lepra a nivel
nacional, lo que representa solo una tasa de 0.06 por 10 mil
habitantes. En el Laboratorio Nacional Referencial de Lepra
(INS /MINSA), a nuestro cargo, durante el decenio 1989-
2009 hemos diagnosticado, tratado y mantenido bajo control
solo a 19 pacientes de lepra.
Con estas alentadores cifras, el año 2005, por
Resolución Ministerial Nº 994-2005/MINSA, se aprobó la
Norma Técnica de Salud para la Eliminación de la Lepra en el
Perú, con el objetivo de mantener las tasas de eliminación en
las zonas endémicas del país y su futura erradicación,
considerando todavía como zona endémica a Ucayali y
Loreto y con menos importancia Huánuco, San Martín y
Amazonas. En Apurímac y Cajamarca (Jaén) existe la posibilidad de contar con una prevalencia escondida que está bajo
vigilancia y que obliga a no bajar la guardia frente a esta
peligrosa enfermedad, en la cual está demostrado que
existen, al igual que con la tuberculosis, casos resistentes a la
medicación actual.
Nosotros recibimos ocasionalmente pacientes procedentes de la Selva Amazónica con formas de lepra
multibacilar (muy contagiosos), incluso estados reaccionales
y que no han sido diagnosticados ni tratados adecuadamente
en sus lugares de origen, tanto por desconocimiento médico
como por el relajamiento de la vigilancia sanitaria, por lo que no figuran en las estadísticas del MINSA y al alojarse en los
pueblos jóvenes de Lima en condiciones precarias y de
hacinamiento representan un serio peligro sanitario, ya que la
conducta actual de no aislamiento de estos pacientes en las
fases contagiosas de esta enfermedad permite la posibilidad
de que se propague la lepra en Lima, enfermedad que desapareciera hace muchos años.
AVANCES EN DERMATOLOGÍA:
LA COMPLEJA INTERACCIÓN ENTRE SER
HUMANO, VIRUS Y MEDIO AMBIENTE
(4-5-6)
Son muchos los avances que han se han hecho en las últimas décadas sobre el rol de los virus en diferentes
entidades dermatológicas. Desde las alteraciones de la
inmunidad hasta los procesos linfo-proliferativos y
tumorales, sobran los ejemplos del rol que juegan diferentes
virus en la patogenia de diversas entidades. A continuación
detallaremos algunos de esos ejemplos.
El HTLV-1 (por sus siglas en ingles “Human T-cell
Lymphotropic Virus”) fue el primer retrovirus detectado en
humanos; el HTLV-3, descubierto años después, sería luego
rebautizado VIH (o HIV, por el inglés “Human Deficiency
Virus”). Esta familia de virus RNA infectan a los linfocitos T
del sistema inmune y aprovechan la maquinaria de la propia
célula infectada para reproducirse y perpetuarse. El HTLV-1
fue aislado primero como agente causal de leucemias y
linfomas en adultos, tanto en Asia como el Caribe. Años
después se le asoció a trastornos neurológicos auto-inmunes
(la llamada paraparesia espástico tropical) y en los noventa a
una forma particular de eczema, muy similar a la dermatitis
atópica, que se veía en forma endémica en niños jamaiquinos, afectando sobre todo al cuero cabelludo, a la cara y a las
zonas intertriginosas de cuello y axila. Esta condición ha
recibido el nombre de dermatitis infectiva (DI) y es a partir
del año 2000, que se empieza a reconocer casos de DI en
nuestro medio. Cabe resaltar los múltiples trabajos de investigadores peruanos que han establecido a través de estudios
epidemiológicos y clínicos la importante presencia que tiene
este virus en nuestra población, sobretodo en zonas alto
andina, y en grupos emigrantes en las áreas urbanas de la
costa peruana. Estos mismos grupos de investigación son los
que han establecido el rol primordial de la lactancia materna
como la ruta más importante de contagio en nuestra
población, por sobre las vías de transmisión horizontal como
el contagio por vía sexual o por productos hematológicos
contaminados.
La DI es una condición extremadamente interesante
desde el punto de vista inmunológico, puesto que establece
un modelo de reacción inflamatoria de tipo espongiótica, única a un órgano como la piel, con la diferencia de que es
inducida por un virus y no por factores hereditarios o
ambientales (como lo es la dermatitis atópica). A la DI se le
suman, además, otros ejemplos de disfunción inmunológica
cutánea, como son la sarna costrosa y la dermafitosis
extensa, causadas también por la presencia del virus en los
linfocitos T de los pacientes afectados. Las cosas se hacen
más interesantes cuando a esto se suman las observaciones
sobre las diferentes expresiones de procesos linfoproliferativos inducidos por el HTLV-1. Como se mencionó líneas
arriba, el HTLV-1 se asoció inicialmente a formas severas,
graves de leucemia y linfoma de células T. Como era de
esperarse en un país con un porcentaje significativo de
alrededor de 1% de población infectada, estas formas de
malignidad hematológica no son infrecuentes en los
servicios de oncología clínica en nuestro medio. Sin
embargo, el espectro de las manifestaciones clínicas de la
enfermedad linfoproliferativa causada por el HTLV-1 se
amplía día a día. Las formas cutáneas puras de la enfermedad, conocida por sus siglas en inglés ATLL (“Adult T-
cell Leukemia Lymphoma”) pueden imitar enfermedades
clásicas de la dermatología, tales como la micosis fungoides
o presentar erupciones papulares, nodulares o tumorales que
desconcertarían al más entrenado ojo clínico. Estas formas
subagudas o crónicas, lentamente progresivas (conocidas en
inglés como formas "smoldering"), no son reconocidas
habitualmente por los dermatólogos y solo ante la evidencia
histopatológica de una proliferación de células T y consecuente evaluación del status serológico para el HTLV-1, es
que son reconocidas como parte del espectro de los ATLL.
Su detección temprana y el seguimiento a largo plazo nos
dan una oportunidad única para experimentar con tratamientos dirigidos más a controlar la presencia del virus en el
organismo que a destruir la célula proliferante, en este caso
el linfocito T.
El virus de Epstein-Barr (EBV) es otro virus linfotrópico, conocido en la medicina actual como capaz de
inducir enfermedad infecciosa aguda (la mononucleosis
infecciosa) y también enfermedad linfoproliferativa (el
linfoma de Burkitt). Desde hace muchos años se sabía de la
existencia de formas muy particulares de linfoma que se
veían con inusual frecuencia en dos regiones en particular,
Asia y Latinoamérica. Este linfoma era característicamente
una proliferación de células T y natural killer y afectaba la
región nasal, tanto en la mucosa como en la piel, de la
pirámide nasal y zonas aledañas. En el Perú, en particular, la
enfermedad fue ampliamente estudiada por el Dr. Pedro
Weiss, de allí que se conocía localmente como linfoma de
Weiss, aunque en la literatura internacional se le conoce más
como linfoma T-NK nasal. Hoy hay ya suficiente evidencia
clínica, validada en diferentes estudios, que permite afirmar
que este linfoma es sin duda alguna relacionado al EBV. Los
países latinoamericanos donde se ha detectado con mayor
frecuencia los casos son México y Perú, y también es frecuente en países asiáticos, lo que se concatena con el acápite
a seguir.
En los noventa se empieza a hablar en Latinoamérica
de una nueva entidad, que se mueve entre lo inflamatorio y lo
neoplásico, que afecta a la población infantil y que se caracteriza por presentar edema facial crónico y que se acompaña
de lesiones ulcerativas faciales que autoinvolucionan para
dejar cicatrices varioliformes. La enfermedad sigue un curso
crónico, recidivante y progresivo, y por estar localizada de
preferencia en zonas fotoexpuestas, se le relaciona con una
de las fotodermatosis clásicas conocida como hidroa
vacciniforme. Descrita inicialmente en México con el
nombre de paniculitis y vasculitis edematosa y cicatrizal
(como enfermedad inflamatoria), se transforma luego en
entidad neoplásica y recibe el nombre de linfoma tipo hidroa.
Tres hechos deben resaltarse en este punto: de nuevo, la
enfermedad afecta también a células T; segundo, claramente
se asocia a evidencia de una infección activa por el EBV; y
tercero, la misma entidad, con diferentes nombres y bajo
diferentes interpretaciones, estaba siendo descrita en los años
precedentes en países de Asia como Japón, Corea y China. La
relación con el EBV da pie para que diferentes investigadores
empiecen a observar evidencia de infección crónica por EBV
en procesos tan diversos como hipersensibilidad a picaduras
de mosquito e incluso en casos de hidroa vacciniforme
clásica. Así, hoy en día se habla de un estado crónico de
infección por EBV (la enfermedad crónica activa por EBV o
CAEV), donde el paciente se mueve en un espectro de
enfermedad que puede abarcar lo inflamatorio, una mezcla
de inflamatorio y linfoproliferativo o un proceso francamente neoplásico, con todas las características de un linfoma
que pueden acabar en una fatal y masiva hemofagocitosis. No
podemos dejar de subrayar la particularidad geográfica de la
distribución de la enfermedad: Asia y Latinoamérica, lo que
nos lleva a la hipótesis del rol factor genético sumado a la
infección por EBV como desencadenante de particulares
procesos linfoproliferativos y neoplásicos, llámese linfoma
NK, linfoma tipo hidroa o CAEV.
Otro ejemplo del rol de los virus en procesos dermatológicos tumorales es el sarcoma de Kaposi (SK). Esta
condición, descrita por Moritz Kaposi en 1875, fue una
condición relativamente rara, que clásicamente afectaba a
varones de poblaciones judías, de zonas del Mar
Mediterráneo. Aunque clasificado dentro de los sarcomas, se
diferenciaba de otros tumores malignos de extirpe vascular
como el angiosarcoma, por su menor agresividad y su rara
aunque particular ocurrencia en situaciones de inmunodeficiencia. Es en los ochenta, con el surgimiento de las formas
epidémicas observadas en Nueva York en pacientes varones
jóvenes con conducta homosexual, que se plantea ya la
posibilidad de una etiología infecciosa probablemente viral
en el contexto de una gran inmunodeficiencia producida por
otro virus, el VIH. Para 1994, Chang y Moore logran el
secuenciamiento de un DNA viral de las lesiones de SK. Hoy
en día es aceptado que todas las formas clínicas de SK, sean
clásicas, endémicas o relacionadas a inmunodeficiencia o
infección por VIH, están relacionadas con diferentes
serotipos del herpesvirus humano 8 (HHV 8), un gamma
herpesvirus, relacionado al EBV. Investigadores peruanos
han hecho contribuciones importantes en este campo.
Precediendo por muchos años a la llegada del VIH al Perú, el
SK no era una neoplasia tan rara en los servicios oncológicos
peruanos; más llamativo aún era que la población afectada
no era de origen europeo sino andino, y que las formas
clínicas atípicas, usuales en el contexto de la infección por
VIH pero raras en la forma clásica, no eran tan raras en
nuestro medio. Pequeños estudios epidemiológicos en
bancos de sangre de donantes peruanos permiten afirmar que
nuestra población tiene un porcentaje significativo de
pacientes seropositivos para el HHV 8, lo que explica las
observaciones clínicas previamente descritas. En la actua
lidad hay grupos de interés dedicados a profundizar
conocimientos en esta área nueva de investigación.
Algo similar ha ocurrido recientemente con un tumor
cutáneo poco frecuente de extirpe neuroendocrina: el
carcinoma de células de Merckel (CCM). Esta neoplasia
agresiva, aparece en la región de cabeza y cuello de pacientes
adultos mayores con marcado daño solar y se caracteriza por
un curso bastante agresivo y muchas veces fatal. La célula
neoplásica implicada, la célula de Merckel, se considera
parte del sistema neuroendocrino cutáneo, y guarda semejanzas con los carcinomas de células de avena de origen
pulmonar; se ha asociado a estados de inmunodeficiencia
con disfunción de linfocitos T. Tan reciente como febrero del
2008, Chang y Moore, los mismos investigadores que descubrieron el rol del HHV 8 en SK, reportan el hallazgo de
genoma viral en el carcinoma de Merckel. El virus aislado es
clasificado dentro de la familia de los poliomavirus y recibe
el nombre de Merckel cell poliomavirus (MCPyV). En el
corto tiempo transcurrido, numerosas publicaciones
confirman el hallazgo repetido de DNA viral en CCM en
diferentes partes del mundo. Nos encontraríamos así ante un
nuevo ejemplo de un virus, esta vez de tipo DNA, causando
neoplasia, en este caso carcinoma, en el contexto de inmunosupresion y quedando por dilucidar el rol de del fotodaño
como factor cocarcinogenético.
Estos cuatro ejemplos de virus induciendo enfermedad inflamatoria o neoplásica que compromete la piel nos
dicen mucho del futuro de la medicina: una interacción compleja de diferentes especialidades, como la dermatología, patología, infectología y virología que nos recuerda los
esfuerzos de los físicos por unificar las complejas leyes que
rigen la interacción del universo. Las enfermedades no
ocurren en campos exclusivos ni auto excluyentes; ocurren
en un contexto complejo de tres vértices: el ser humano,
otros organismos vivientes y el medio ambiente . Es desde el
centro del triángulo y no desde uno de los vértices en que se
tiene la visión más completa del problema. Como médicos e
investigadores aprendamos a trabajar juntos, independientemente de donde vengamos, seamos clínicos o investigadores
de laboratorio, seamos dermatólogos o patólogos. Solo así
estaremos en la posición adecuada para descifrar los
acertijos que la medicina nos plantea día a día.
NUEVOS RECURSOS TERAPÉUTICOS
PARA LA PSORIASIS (7-8-9)
La psoriasis es una afección dermatológica cosmétimente desagradable y muy frecuente, que la padece entre el
2% y el 3% de la población mundial, sin distinción de sexo,
edad, ni raza. Esta afección es producto de un defecto inmunológico congénito y se manifiesta por lesiones eritemato
escamosas, predominantemente en piel de codos, rodillas,
regiones sacrocoxígeas, cuero cabelludo, uñas y en las
formas inversas en genitales y pliegues. Las lesiones son de
evolución crónica, ocasionalmente se generalizan llegando a
presentar la forma de eritrodermia psoriásica. Puede afectar
las articulaciones, dando el cuadro clínico de psoriasis
artropatía (artropatía psoriásica o artritis psoriásica) que
presenta formas clínicas diversas, algunas raras mutilantes o
anquilosantes.
Las manifestaciones psoriásicas son desencadenadas
por infecciones bacterianas, stress emocional, enfermedades
virales y factores aún desconocidos que actúan como
detonadores, provocando una cascada de respuestas
inmunológicas con expresión inflamatoria y proliferativa
cutánea que hacen evidentes clínicamente las placas psopsoriásicas.
En la antigüedad, a los pacientes con las formas
graves de psoriasis se les estigmatizaba, excluía y con la
designación de portadores de "lepra blanca", se les aislaba
injustamente del contacto social. Actualmente, con los
nuevos avances en los conocimientos inmunológicos, se ha
logrado una explicación científica de los fenómenos
naturales que determinan este defecto personal, no contagioso del comportamiento cutáneo y existen recursos
terapéuticos que permiten, mediante un adecuado monitoreo
inmunológico, el control de las formas aún más severas de
este defecto inmunológico.
La psoriasis es para el dermatólogo práctico un
desafío a su capacidad médica, retándolo a la aplicación de
sus conocimientos científicos actualizados que en estos últimos 30 años han logrado avances espectaculares y a su
arte en el manejo psicológico y cosmético del problema.
La terapia sistémica de la psoriasis que es requerida
cuando las medidas tópicas no han resultado satisfactorias ha
progresado enormemente, gracias a la investigación realizada por los laboratorios farmacéuticos de investigación
científica y los aportes de los nuevos conocimientos
inmunológicos, relegando al olvido las antiguas terapéuticas
sumamente tóxicas, como el arsénico, en su forma de
componentes inorgánicos (arseniato de potasio-licor de
Fowler en gotas orales o el arseniato de sodio sub cutáneo) o
bajo la forma de compuestos orgánicos trivalentes
(neosalvarsán endovenoso), pentavalentes (cacodilato de
sodio VIM) o, entre otros, la administración de mercuriales
(cianuro de mercurio en solución acuosa endovenosa). El
mercurio tuvo durante milenios una amplia difusión
terapéutica en prescripciones orales o inyectables para un
sinnúmero de afecciones dermatológicas, gozando de la
confianza de destacados médicos de la antigüedad. El
mercurio fue el primero y por muchos siglos el único agente
terapéutico para el tratamiento de la sífilis. Las unturas
mercuriales fueron introducidas por los médicos árabes hacia
el año 1.000 DC para las enfermedades crónicas de la piel y
fueron extensamente utilizadas, particularmente para la
psoriasis.
La gran revolución en el tratamiento de la psoriasis se
inicio el año 1950 con el ingreso al arsenal terapéutico
moderno de los corticoides y, posteriormente, en 1973, con el
empleo de los retinoides aromáticos (etritenate - acitretin);
en 1975, con el metotrexate; el año 1979 con la primera
comunicación del uso de la ciclosporina A, el uso ocasional
del mofetil micofenolato, de la azatioprina y por último,
desde 1998 con el inicio de la terapéutica biológica.
Medicamentos inmunomoduladores que actúan
frenando la actividad biológica de linfocito T4 han sido
usados para frenar la respuesta inmunológica y, conjunta
mente con procedimientos y sustancias que regulan la
proliferación y diferenciación epitelial así como drogas
citotóxicas, constituyen el arsenal terapéutico con el que
actualmente se cuenta para controlar la psoriasis.
La fototerapia con UV de banda angosta, la fotoquimioterapia (PUVA), el metotrexate, la ciclosporina A, el
acitretin, en terapias sistémicas únicas o en forma rotativa
son recursos terapéuticos de uso frecuente y de gran utilidad
en psoriasis.
La ciclosporina A, droga inmunomoduladora que
actúa frenando la actividad biológica de linfocito T4, usada
en trasplantes de órganos para controlar el rechazo y en
enfermedades neoplásicas, se usa en psoriasis para frenar la
respuesta inmunológica que causa la expresión clínica de la
psoriasis. La ciclosporina A (CyA), desarrollada
inicialmente como un agente antimicótico, fue extraída, en
1969, por investigadores suizos de un hongo geofílico
procedente de tierras de Noruega.
Actualmente se cuenta, aunque a un costo muy
elevado todavía y utilizados bajo estricta vigilancia médica
especializada, por las estrictas exigencias para su indicación
y sus potenciales riesgos, con agentes de la nueva "terapia
biológica", que actúan específicamente en blancos determinados de la respuesta inmune y tienen la ventaja de lograr
una respuesta terapéutica rápida y con administración 1 a 2
veces por semana y aún más distanciada.
Los productos biológicos utilizados en psoriasis se
ubican en dos grandes grupos de acuerdo a los blancos en los
que actúan en la cascada inmunológica que se presenta en
esta afección, unos son proteínas de fusión o anticuerpos monoclonales contra citoquinas y los otros son neutralizantes
específicos del factor de necrosis tumoral alfa (TNF-alfa).
Entre estos últimos tenemos el infliximab ("Remicade"),
anticuerpo monoclonal quimérico, murino/humano, el
etarnercept ("Embrel"), proteína de fusión obtenida por
ingeniería genética, el adalimumab ("Humira"), anticuerpo
monoclonal humanizado. Como anticuerpos contra células B
teníamos el efalizumab ("Raptide"), anticuerpo monoclonal
recombinado humano, que ha sido retirado últimamente del
mercado por severos efectos indeseables y el alefacept
("Amevive"), proteína de fusión humanizada. Recientemente ha salido un último biológico belga que actúa sobre las
interleuquinas 12-23 el ustekinumab ("Stelaren"), que solo
requiere 4 aplicaciones al año.
Existe un gran número de productos biológicos que se
encuentran en prueba o a la espera de ser autorizados por la
FDA Americana para ser empleados en psoriasis, habiendo
sido los primeros aprobados el infliximab y el etarnercept el
año 1998 - 99 y a partir del año 2003 se autoriza el uso de los
otros mencionados.
Para el uso tópico, la corticoterapia, los derivados de
la vitamina D3 (cacipotriol, calcitriol y tacalcitol) y la
inmunoterapia tópica con tacrolimus y un retinoide, el
tazarotene, son recursos terapéuticos que se agregan al
control de las manifestaciones cutáneas.
MODIFICADORES DE LA RESPUESTA
INMUNE Y SU IMPORTANCIA EN LA
TERAPIA DERMATOLÓGICA ACTUAL
La introducción en el arsenal terapéutico de los
nuevos medicamentos con capacidad inmunomoduladora ha
representado un invalorable apoyo al control de muchas
enfermedades dermatológicas, en los que el componente
inmunológico es determinante de la afección o es un factor
importante en su mecanismo etiopatogénico, empleándose
de acuerdo a la afección preparaciones farmacéuticas de uso
tópico en lociones, cremas o ungüentos, aplicados directamente sobre la lesión en forma libre u oclusiva; y
preparaciones para uso sistémico por vía oral o parenteral
(subcutánea, intramuscular o endovenosa), o en infiltraciones intralesionales.
Los corticoides de uso tópico o sistémico son los
inmunomoduladores con capacidad antiinflamatoria de más
frecuente uso, bajo la forma de glucocorticoides de acción
corta, como la cortisona y la hidrocortisona, los de acción
intermedia como la prednisona, la prednisolona, la
metilprednisolona, y la triamcinolona, o de acción lenta
como la dexametasona, la betametasona y la fluocinolona.
Entre los inhibidores de la división celular llamados
también antimetabolitos, se emplea el metotrexate por vía
sistémica en dosis de 25 mg semanales hasta totalizar 1.5 a 4 g ó más, de acuerdo a la experiencia médica, es empleado
principalmente en psoriasis pero también en papulosis
linfomatoide, pénfigo, penfigoides, vasculitis, etc. La
azatioprina en dosis de 50 a 150 mg/día (2.5 mg/kg/ día) se
emplea en penfigo, penfigoides, LES, polimiosistis,
granulomatosis de Wegener, etc. El mofetil, micofenolate en
dosis de 500 mg a 1 gr/día (30 mg/kg/día) se emplea en
penfigo, penfigoides, necrolisis epidérmica toxica,
piodermitis gangrenosa, psoriasis, liquen plano, etc. La
ciclofosfamida es un fármaco antineoplásico que tiene
propiedades inmunosupresoras, pertenece a la familia de los
llamados agentes alquilantes, en dermatología se emplea en
micosis fungoide y otros linfomas, en granulomatosis de
Wegener, enfermedades ampollares, síndrome de Behcet. El
5 - fluorouracilo en preparados tópicos al 5% es uno de los
tratamientos de elección para las queratosis actínicas y
carcinomas superficiales. La inactivación fotodinámica es
otro recurso terapéutico en este grupo.
El imiquimod tópico en crema al 5% aprobado en
1997 por la FDA para el tratamiento de los condilomas
genitales, (tratados tradicionalmente con extractos de resina de podofilina y ablación quirúrgica), el año 2004 fue
aprobado para el tratamiento de las queratosis actínicas y
otras afecciones proliferativas de piel y mucosas.
La talidomida, que causara tantas víctimas por su
uso en mujeres embarazadas, con producción de severas
deformidades fetales que determinaron la prohibición de su
uso y severas sanciones económicas a la casa productora, es
actualmente un recurso inmunomodulador de primer orden
en el control de las reacciones lepróticas tipo 2 (Eritema
nodoso leprótico) de las estomatitis severas antes intratables,
de la enfermedad de Behcet, LED, prúrigo nodulares,
sarcoidosis e incluso como tratamiento paliativo en enfermedades tumorales como el mieloma múltiple y el sarcoma
de Kaposi.
Otros recursos inmunomoduladores empleados en
diferentes afecciones dermatológicas son la colchicina,
producto de extracción de una planta el "azafrán de las
praderas", las sales de oro, así como la inmunoglobulina
endovenosa.
Pero el más reciente avance en inmunomodulares son
los medicamentos que específicamente actúan en blancos
determinados de la respuesta inmunoreactora, estos
constituyen los llamados medicamentos biológicos,
producto de sofisticadas investigaciones, muchos de ellos se
encuentran en proceso de ingresar al mercado y de los cuales
nos hemos ocupado en lo que a la terapia dermatológica se
refiere, en el capitulo de psoriasis de eses articulo y aquí solo
lo reseñamos: el retuximab, autorizado por la FDA
americana el año 1997 para el tratamiento del linfoma a
células B y usado con relativo éxito en el tratamiento del
penfigo recalcitrante. El infliximab ("Remicade") autorizado el año 1998 -99 para la enfermedad de Crohn, artritis reumatoidea y psoriasis. El etanercept "Embrel" autorizado
el año 1998-2002-2004, para la artritis reumatoidea,
psoriasis artropática y psoriasis en placas. El alefacept
("Amevive") autorizado el año 2003 para la psoriasis en
placas. El efalizumab ("Raptide") autorizado el año 2003
para la psoriasis en placas y recientemente retirado por
severos efectos secundarios. El adalimumab ("Humira") y,
recientemente se está colocando en el mercado un nuevo
medicamento biológico belga el ustekinumab ("Stelari").
Toda esta medicación biológica de gran efectividad
terapéutica pero limitativa en su uso por su elevadísimo costo
es una esperanza de recursos terapéuticos nuevos de gran
valor para la dermatología, que se suma al gran arsenal
terapéutico que en estos últimos 30 años se ha puesto a
disposición de la terapia dermatológica conjuntamente con
los antiinflamatorios no esteroideos y antihistamínicos
que actúan a otros niveles de la respuesta orgánica.
ROL DE LA DERMATOLOGÍA EN EL
CONTROL DE LAS INFECCIONES DE
TRANSMISIÓN SEXUAL (ITS- SIDA)
EN ESTOS ÚLTIMOS 30 AÑOS
La dermatología como especialidad médica ha estado
tradicionalmente vinculada con las enfermedades de transmisión sexual (venereología), tan es así, que muchas de las
asociaciones médico científicas europeas, cátedras
universitarias y servicio asistenciales, llevaban y algunos lo
conservan hasta ahora, el nombre de "Dermatología y
Venereología", "Dermatología y Sifilografía", "Dermatología y Enfermedad de Transmisión Sexual" y los avances en
las medidas de control, atención de los pacientes y
conducción terapéutica con los recursos que la industria
farmacéutica de investigación ha ido poniendo en sus manos,
ha estado bajo la responsabilidad de médicos dermatólogos;
hasta que últimamente y sobre todo desde el advenimiento el
año 1982 del síndrome de inmunodeficiencia adquirida
(VIH- SIDA) han ido participando en algunos casos, como
en este último, en forma predominante otras especialidades
médicas, como la infectología y las relacionadas con estas
afecciones como la urología, la ginecología y la epidemiología.
Todas las enfermedades de transmisión sexual a las
que los infectólogos denominan ahora infecciones de
transmisión sexual tienen expresiones predominantes en piel
y/o mucosas, como es el caso de: la pediculosis pubis
(ladillas), producida por el piojo Phthirus pubis; el herpes
genital, la condilomatosis venérea (papobavirosis), la
gonorrea, la donovanosis o dando manifestaciones en piel en
alguna o varias fases de su evolución, como es el caso de la
sífilis venérea o la linfogranulomatosis venérea (clamidiasis).
Así es como todas estas afecciones, que son además
del campo de la dermatología sanitaria, han sido y lo siguen
siendo, aunque en términos últimamente decrecientes,
responsabilidad del dermatólogo, en colaboración con otras
especialidades, cuando el caso lo requiere.
Los aportes decisivos durante estos últimos 30 años
de los laboratorios farmacéuticos, que mediante rigurosas
investigaciones lograron la producción de quimioterápicos y
antibióticos cada vez más efectivos, han logrado minimizar,
hasta lograr un nivel de adecuado control médico y sanitario,
a todas las enfermedades de transmisión sexual, comenzando
con las de menos significación que antes requerían tediosos
tratamientos, como la pediculosis pubis, que actualmente se
elimina con una sola dosis de ivermectina; o, lo que es más
trascendente, la temible sífilis venérea que azotaba el
continente europeo por la propagación llevada por los
conquistadores españoles a sus ciudades natales, produciendo una inexorable evolución con lesiones que se iniciaba en
la piel con el chancro sifilítico y avanzaba a un secundarismo
con lesiones cutáneas y mucosas altamente contagiosas, para
terminar inexorablemente con compromiso multiorgánico
predominantemente en el sistema cardiovascular (aortitis
luética) y del sistema nervioso central (tabes dorsal y
parálisis general progresiva) y gomas mutilantes. Inicialmente y como un hallazgo después de muchas pruebas
farmacológicas se encontró y utilizó el Salvarsán arsenical
endovenoso muy tóxico y el yodobismutato de quininina
(quinbi), con resultados terapéuticos dudosos. El advenimiento de la penicilina, particularmente en su presentación
benzatínica, ha conseguido tratar con una sola inyección la
primo infección sifilítica y curar microbiológicamente las
fases secundaria y terciaria, así como controlar la sífilis
neonatal con esquemas terapéuticos ya establecidos con unas
cuantas inyecciones o, en su defecto, utilizando para la
curación antibióticos alternativos (tetraciclinas, eritromicinas y otros).
Otras infecciones de transmisión sexual como la
gonorrea puede ser curada con antibióticoterapia habitualmente en dosis únicas de derivados penicilinicos,
espectinomicinas y otros; igualmente el chancro blando, las
clamidiasis (linfogranuloma venéreo, enfermedad inflamatoria pélvica) y la donovanosis se cura actualmente con
antibióticos.
Para el herpes genital se cuenta con una terapia
supresiva con el Aciclovir que distancia o interrumpe la
recurrencia.
En el caso del condiloma genital (papillomavirus) que
actualmente se ha demostrado que es el agente causal del
cáncer cervical en un gran número de mujeres, se cuenta
recientemente con vacunas especificas bivalentes (Gardasil)
para la cepa 16 y 18 y tetravalentes para las otras cepas que
actúan ofreciéndose la posibilidad de prevenir esta neoplasia que mata a muchas personas del sexo femenino. Para el
tratamiento de las lesiones cutáneas la dermatología cuenta
con diversos recursos tópicos y recientemente con un
inmunomodulador eficaz como el imiquimod. Con estos
recursos terapéuticos podemos afirmar que la dermatología,
la urología, la ginecología y la oncología tienen eficaces
recursos terapéuticos para su control.
En el año 1981 el mundo se vio sorprendido por el
ingreso de una severa enfermedad que bloqueaba el sistema
inmunológico del enfermo y lo mataba en un periodo corto de
2 años. Mediante un increíble esfuerzo y en una lucha contra
el tiempo, ya que la enfermedad se propagaba rápidamente en
el mundo, se demostró que el agente causal era un retrovirus
y su transmisión era fundamentalmente por transmisión
sexual. Nuevamente la dermatología, la infectología y la
medicina interna en general, con la enorme colaboración de
destacados investigadores científicos (Montanier y Gallo),
consiguieron la identificación del virus causal y pos
teriormente, unos 20 años después, se logró una medida
terapéutica denominada TARGA (Terapia Anti Retroviral de
Gran Actividad) que, combinando por lo menos 3 agentes
antivirales adecuadamente administrados, permite mantener
en buena condición de salud indefinidamente a los pacientes
con SIDA en condición de portadores pero con CD4 en cifras
adecuadas y una muy baja carga viral, eliminando además su
potencialidad de contagio.
AVANCES EN EL TRATAMIENTO
DEL ACNÉ EN ESTOS ÚLTIMOS AÑOS
El grupo de afecciones seborreicas como expresión de
alteraciones de las glándulas sebáceas y del aparato pilosebáceo de las zonas seborreicas (cara, cuero cabelludo y
pliegues) comprende manifestaciones patológicas que se
expresan, a través de la vida, desde la infancia, como la
dermatitis seborreica de lactante, el acné predominantemente
en la pubertad, dermatitis seborreica y rosácea en la edad
media de la vida, conjuntamente con otras patologías, como
el rinofima y las alopecias seborreicas del adulto hasta el acné
senil; existiendo entre ellas factores etipatogénicos comunes
y, por lo tanto, conductas terapéuticas coincidentes.
El acné es producido por una alteración del aparato
pilosebáceo con presentación patológica de hiperqueratosis
del ostium folicular que determina un tapón corneo
(comedón), retención del sebo producido por la glándula
sebácea anexa al que se agregan microorganismos lipofílicos
bacterianos como el Propionibacterium acnés, Staphilococus epidermides y aún otros patógenos como el
Staphylococus aureus, asi como la presencia en ese medio
de ácaros (Demodex folicolorum) y hongos levarudiformes,
habitualmente saprofitos (Pitirosporum ovale), produciendo
reacción inflamatoria superficial (pústulas) y si se hace más
profunda desarrollando nódulos, quistes infectados y
abscesos con secuelas cicatriciales indelebles. Se presenta
clínicamente en cara y tronco bajo las formas iníciales de acné comedónico que evoluciona a acné pustuloso,
nóduloquístico y aún a formas severas, como el acné
conglobata y al acné fulminans con pustulosis cutánea,
hiperostosis y osteítis (síndrome SAPHO).
El acné, en cuyo desarrollo se asocian numerosos
factores etipatogénicos, se puede presentar en cualquier época de la vida, siempre sobre una piel constitucional y
genéticamente seborreica. Existe el acné del recién nacido,
por influencia hormonal materna. Así también tenemos el
acné juvenil, que es el más frecuente, en el que juegan rol
muy importante los receptores androgénicos de las
glándulas sebáceas; este tipo de acné es muy frecuente y
ponemos como ejemplo que en Francia afecta, de acuerdo
con la información al respecto, al 72% de la población
escolar, con un incremento de su prevalencia entre los 13 y
18 años de edad. Constituye el acné en todo el mundo y
también en nuestro medio un porcentaje alto de la consulta
dermatológica, cuya conducción terapéutica, sobre todo en
las formas severas, ha sido y sigue siendo de difícil y
prolongado manejo, en el que juega rol el factor alimenticio
tan discutido, por el consumo excesivo de alimentos
hipercalóricos, que actúan indirectamente por estimulación
insulínica que funciona como un pro andrógeno.
Está demostrado el rol muy importante de la particición de la tensión emocional con una preocupante asociación
con procesos depresivos, que pueden conducir, incluso, al
suicidio y que requieren de la participación oportuna de un
psiquiatra en el manejo de esta situación.
La conducción terapéutica clásica, a base de tratamientos tópicos, con limpiadores antiseborréicos,
queratolíticos, antibióticos, retinoides, recursos físicos y su
asociación con terapia sistémica, con antibióticos
antibacterianos y antiandrógenos (cuando están indicados),
se ha visto enriquecida en forma muy importante desde hace
20 años con el ingreso de los retinoides sistémicos, en
particular la isotretinoina, que ha representado un
importante vuelco positivo para el control y pronóstico de
esta molesta afección.
La isotretinoina, derivada de la vitamina A, es
administrada por vía oral en dosis terapéuticas de 1mg/ kg/
24h, llegando a dosis totales de 120 a 150 mg/kg por serie, logrando suprimir la producción sebácea de la glándula
sebácea quitándole el substrato nutricional a los microorganismos que la infestan, jugando de esta manera un rol
antimicrobiano y antiflamatorio; adicionalmente su acción
reguladora de la queratinización folicular a nivel del ostium
folicular obstruido hace de ésta una medicación de elección
para el acné y para diferentes manifestaciones seborreicas,
siempre que se tenga en cuenta la prohibición de su uso en
mujeres embarazadas por la acción teratogénica sobre el
feto y los efectos secundarios, a veces severos, lo que
requiere que su manejo sea realizado exclusivamente por
médicos dermatólogos experimentados en su uso.
AVANCES EN EL CAMPO DE
LA DERMATOPATOLOGÍA
La patología en general y la dermatopatología en
particular se ha beneficiado mucho de los grandes aportes
tecnológicos de los últimos años. Sin duda alguna, el
desarrollo de las técnicas de inmunoperoxidasa y su
aplicación diaria en el estudio de procesos neoplásicos y
linfoproliferativos ha revolucionado la forma de diagnosticar
dichos procesos.
Hemos evolucionado de basarnos en aspectos
puramente morfológicos para definir por ejemplo la
naturaleza epitelial de un tumor a definir esa misma
naturaleza epitelial en base a constatar la presencia de
citoqueratinas de diferente peso molecular en el citoplasma
mismo de la célula proliferante. Otro ejemplo es la
determinación de la naturaleza melanocítica de un tumor.
Hoy no son uno sino varias proteínas las que se estudian
como evidencia de dicha diferenciación, entre otras S-100,
HMB 45 o Melan-A. Los tumores de células fusiformes
pueden ser sometidos a múltiples estudios de inmunoperoxidasa, que permiten, en muchos casos, determinar ya
sea un origen epitelial, melanocítico, muscular, vascular o
neural.
La técnica de inmunoperoxidasa también se está
aplicando con éxito al estudio de enfermedades infecciosas.
En la sífilis, por ejemplo, la técnica de inmunoperoxidasa, es
considerada más sensible, y bastante más especifica que
complejas técnicas de tinción, como el Wartin-Starry. Se está
experimentando en la actualidad con la aplicación de esta
técnica en el estudio de otras enfermedades, como la
leishmaniasis y las bartonelosis.
En el mismo sentido la aplicación de técnicas de
biología molecular a la practica clínica nos ha permitido
movernos a una dimensión diferente en el estudio de los
procesos patológicos. Hemos migrado de ver tejidos, a ver
células y hoy a una dimensión bioquímica donde lo que
buscamos es la presencia de material nuclear; hoy buscamos
ADN o ARN de virus, bacterias, hongos o protozoarios. Hoy
nos fijamos en los genes que permiten diferenciar melanoma
de piel expuesta al sol en forma continua, del melanoma de
piel expuesta al sol en forma intermitente, o del melanoma
acral.
Hay todavía desafíos pendientes: si bien los
marcadores de proliferación (como el Ki 67) nos sirven como
evidencia a favor de malignidad, no tenemos en nuestras
manos aún las herramientas definitivas que nos permitan
diferenciar sin dudas lo benigno de lo maligno. Podemos, por
ejemplo en los procesos linfoproliferativos, determinar
clonalidad, y, en base a ello, predecir hasta cierto punto el
comportamiento biológico de una entidad dada. No es
posible por ahora, aplicar el mismo principio a los tumores
sólidos.
Los progresos se siguen dando día a día; nuevas
técnicas aparecen en las revistas especializadas, y es casi
imposible mantenerse al día con los avances científicos. Sin
embargo, sigue patente la importancia de la comunicación
entre clínicos y patólogos. Como en ninguna otra especiadad, el correlato clínico patológico en dermatología nos
permite llegar a diagnósticos precisos, sobre todo en las
enfermedades inflamatorias, con la pura comparación del
pensamiento clínico con el patológico. En este caso en
particular, la simple comunicación es la técnica más útil y
económica para el más refinado trabajo diagnóstico; todo
hace pensar que su vigencia se extenderá aun en las próximas
décadas.
MISCELÁNEAS
AVANCES EN EL TRATAMIENTO
SISTÉMICO DE LA MICOSIS HUMANAS (10-11)
Un gran número de enfermedades producidas por
hongos en el hombre en sus manifestaciones de micosis
superficiales como de micosis profundas, que hasta hace
unos 50 años se consideraban en el grupo de enfermedades
incurables como las onicomicosis, blastomicosis, histoplasmosis, micetomas, cromomicosis, etc., hoy logran ser
curadas etiológica y clínicamente gracias al advenimiento de
la nuevas terapias sistémicas para estas afecciones.
El tratamiento etiológico de las enfermedades en
humanos producidas por hongos (micosis humanas ) se inició
mucho más tardíamente que el control terapéutico de las
infecciones bacterianas y paradójicamente comenzó precisamente con sustancias producidas en forma natural por
hongos de la naturaleza; posteriormente, identificados sus
principios activos con capacidad antimicótica contra hongos
patógenos, luego fueron sintetizados y producidos masivamente por la industria farmacéutica .
Es así como la medicación sistémica se inicia el año
1950 con la nistatina en suspensión o como comprimidos
orales para el tratamiento del muguet y de la candidasis del
tracto digestivo; posteriormente, en 1957, la anfotericina B
por vía endovenosa se emplea para la candidiasis
granulomatosa y micosis profundas. En 1958 aparece la
griseofulvina oral para la dermatomicosis, especialmente
para las tiñas del cuero cabelludo. Desde 1979 se pone en el
mercado el primer imidazólico diazólico, el ketoconazol
antimicótico de amplio espectro, pero su limitada potencia,
hepatoxicidad, interferencias gonadales e interacciones medicamentosas indeseables obligaron a continuar las
investigaciones, lográndose a partir de 1983 los imidazólicos
triazólicos itraconazol y fluconazol. Desde 1986 ingresa
una alilamina, la terbinafina, con capacidad micocida,
mayor selectividad para hongos filamentosos y baja
toxicidad. Sin embargo, hasta el momento no se ha logrado
con ninguno de estos medicamentos el éxito deseado de total efectividad, con ningún riesgo y sin efectos secundarios, a
veces graves, e interacciones medicamentosas indeseables
que obligan a una vigilancia médica exigente.
En la búsqueda de un antimicótico ideal, todavía no
logrado hasta hoy, se cuenta con nuevos antimicóticos, como
la anfotericina B liposomal, nuevos derivados azólicos,
como el voriconazole, el pozaconazole y el rabuconazol y
del grupo equinocandinas, que actúan sobre la pared celular,
la caspofungina, la micofungina y la anidolafungina, entre
otras.
CÁNCER DE PIEL, MELANOMAS
Y FOTO PROTECTORES (12)
En el siglo pasado, tal como lo afirma Carlos Sordo el año 2004, en un artículo publicado en la Revista Diagnóstico (12), las personas de piel blanca, en desconocimiento de los
efectos negativos de la radiación ultravioleta solar en exceso,
incrementaron sus actividades recreativas al aire libre y
realizaban viajes en busca del sol para tener la piel bronceada
y se relacionaba esta condición de estar "muy tostado" con un
estrato social "alto". El conocimiento ulterior, durante estos
últimos decenios, del enrarecimiento de la capa de ozono por
efectos de condiciones varias, entre las cuales la actividad
industrial tiene un papel predominante y el aumento de los
cánceres de piel, alertó a los médicos y particularmente a los
dermatólogos de los aspectos negativos de esta radiación
ultravioleta incrementada por efecto de esa condición atmosférica.
La radiación solar y sus efectos negativos son
acumulativos en la piel a través de la vida, constituyéndose
en factores determinantes en pieles susceptibles para el
desarrollo de cánceres de la piel (basocelulares y espinocelulares) y melanomas, estos últimos de alto riesgo y elevada
letalidad, así como otros efectos negativos de foto daño; lo
que determinó la adopción a nivel mundial de medidas
preventivas, entre las cuales está el uso de fotoprotectores de
uso tópico y aún sistémicos.
La industria farmacéutica puso a disposición del
mercado un sinnúmero de fotoprotectores, en forma de
cremas, lociones y geles con sustancias químicas o agentes
físicos que actúan frenando el ingreso a la piel de las
radiaciones ultravioleta nocivas, permitiendo, entre otras
medidas de protección, un adecuado control de las reacciones
solares agudas de fotosensibilidad y fototoxicidad, así como
servir de apoyo a la terapia de enfermedades que empeoran
con la radiación lumínica, como el lupus eritematoso,
porfirias, xeroderma pigmentoso, herpes simple, fotoenvejecimiento, entre otras, y que, con modernas
formulaciones mejoradas, permitirán hacer efectiva la
prevención del cáncer de piel y melanoma, contribuyendo
con ello a mejorar la calidad de vida de poblaciones en riesgo
por esta condición ambiental.
LA DERMATOLOGÍA PEDIÁTRICA
Y SU CONTRIBUCIÓN AL CONTROL
DE LA DERMATITIS ATÓPICA
ELa dermatitis atópica (DA) es una afección cutánea
alérgica muy pruriginosa que afecta comúnmente a la niñez
desde etapas tempranas (13). Es un proceso relacionado con
una constitución atópica caracterizada clínicamente por
asma, rinitis y dermatitis.
La dermatología pediátrica se ha visto beneficiada
para lograr el control de esta frecuente y desesperante
manifestación clínica infantil, que puede dar lugar a severos
cuadros cutáneos, con los aportes nuevos de la inmunogenética y el conocimiento de la etiopatogenia alérgica de la
enfermedad, en la que juegan rol la actividad linfocitaria por
citoquinas inflamatorias y la participación predominante de
la inmunoglobulina (IgE). La corticoterapia sistémica, en
casos severos la ciclosporina y sintomáticamente los antihistamínicos, son herramientas terapéuticas incorporadas al
alivio de este proceso crónico, en que la terapia local, con
corticoides de baja potencia, inmunomoduladores
(tacrolimus) y recursos fundamentales, sobre todo de
humectación cutánea y reposición del manto ácido y de la
cubierta lipoidica cutánea, son herramientas que la
farmacopea actual pone actualmente a disposición.
PRECISIONES EN EL NOMBRE DE
LA ENFERMEDAD DE CARRIÓN
(VERRUGA PERUANA)
Se conoce actualmente que el término de bartonelosis
que se usa incorrectamente para referirse a la enfermedad de
Carrión, incorpora un conjunto de agentes etiológicos
bacterianos antes desconocidos que solo en humanos son
responsables de numerosas afecciones que nada tienen que
ver con la Enfermedad de Carrión. Actualmente se
reconocen 25 especies de Bartonellas Sp. y de ellas 11 han
sido identificadas como causantes de enfermedad en
humanos (Ej.: la Bartonella hanselaie es productora de la
enfermedad por arañazo de gato o angiomatosis bacilar).
Por esta razón, el Instituto Nacional de Salud del
MINSA ha emprendido a través de su Comité Editor y la
Revista de Medicina Experimental y Salud Pública una
campaña defendiendo el nombre de Enfermedad de Carrión
para la bartonelosis humana producida por la Bartonella
baciliforme
(14) solicitando a las revistas e instituciones
peruanas que empleen el nombre correcto al referirse a esta
enfermedad emblemáticamente peruana y se aprobó
dirigirse por vía administrativa a la OMS para que en la
nueva revisión que se está efectuando de la Clasificación
Internacional de Enfermedades, en la que figura en su
Novena Revisión (CIE9) y Décima Revisión (CIE10) la
enfermedad de Carrión como sinónimo del titulo principal
de bartonelosis sea cambiado por la denominación correcta con la jerarquía que le corresponde: enfermedad de Carrión
y como sinónimo verruga peruana.
A esta propuesta asumida por el INS/MINSA y
dispuesta a nivel del Organismo Central para que sea
aplicada en todas las dependencia del MINSA a nivel nacional, se han adherido las Facultades de Medicina de la
Universidad Mayor de San Marcos, la Universidad Ricardo
Palma y la Sociedad Peruana de Historia de la Medicina, entre otras instituciones y personalidades; esperamos que en
los próximos años se formalice universalmente esta denominación por ser absolutamente legítima.
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1 Médico especialista en Dermatología y Medicina Tropical. Profesor Emérito de la Universidad Mayor de San Marcos (UNMSM). Director de la Revista Peruana de Medicina Experimental y Salud Pública INS/MINSA .
2 Médico especialista en Dermatología -
Dermatopatólogo. Profesor Asociado, Facultad de Medicina Alberto Hurtado, Universidad Peruana Cayetano Heredia (UCPH).
Director de la Folia Dermatológica Peruana (Circulo Dermatológico del Perú - CIDERM - PERÚ).
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